Joaquín López Dóriga. Imagen tomada de su sitio de Facebook

¿Qué aprendieron del ‘Teacher’?

Por Bernardo Masini* - Revista Colibrí

2 de junio de 2016.- El dato alimentó las suspicacias preexistentes y generó algunas nuevas. Durante décadas nos hemos acostumbrado a ver bajo sospecha todas las decisiones que se toman en Televisa. Esta no es la excepción, aun si cabe la posibilidad de que el periodista haya llegado al momento de su carrera en que esté procurando para sí mismo una rutina menos intensa, una antesala del retiro.

Aun si las razones fueran personales no parece posible que tengan mayor peso que sus consecuencias institucionales. Se trata ni más ni menos que del producto noticioso que varias generaciones de mexicanos conocieron bajo con el nombre de 24 horas, en los días sempiternos de Jacobo Zabludovsky.

Cuando Emilio Azcárraga Jean sustituyó a Jacobo con Guillermo Ortega Ruiz, y luego a este con Joaquín López-Dóriga, no estaba en entredicho la preponderancia de la televisión abierta como recurso ordinario de los mexicanos para informarse. Aquellas jugadas pudieron interpretarse a la luz del famoso principio del Gatopardo: hay que cambiar las cosas para que todo siga siendo igual.

DórigaLa venta de publicidad en la televisión abierta era la principal fuente de ingresos del consorcio, y los spots en el horario de ese espacio informativo eran los más caros del menú. Hoy sólo se sostiene el segundo de esos datos. El modelo de negocios de Televisa se ha diversificado paulatinamente. De hecho ha concentrado sus baterías en la televisión restringida, e incluso está incursionando en plataformas de distribución de contenidos como Blim.

En función de la más elemental ley de oferta y demanda, el costo de un spot de veinte segundos en el horario triple A del Canal de las Estrellas se incrementó con el paso de los años al grado de oscilar actualmente 1.2 millones de pesos por cada pieza emitida. Sin embargo, los compradores de publicidad, que no son tontos y cuidan su dinero, ya se percataron de la caída de los ratings de la tele abierta y del noticiario; en ello hace de este el momento idóneo para el viraje.

De manera coloquial diríamos que se juntaron el hambre y las ganas de comer: Televisa sigue tomando medidas para responder a la declaración como agente preponderante que le prescribió el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) hace dos años; frente a un mundo complejo y global resquebraja su propia estructura para hacerla más diversa y acorde a los signos de los tiempos.

En tal escenario el Teacher ya lucía –desde hace mucho– rebasado y un poco acartonado. En clave económica el consorcio manda un mensaje tanto a sus audiencias como a sus compradores de publicidad: “somos capaces de actualizarnos y no nos da miedo hacerlo”. Aún si el mercado de la televisión abierta se contrae más en los años venideros, Televisa no está dispuesto a descuidarlo. Exprimirá de él hasta las últimas gotas al tiempo que izará banderas en otros nichos de mercado.

El año pasado, ante el deceso de Jacobo Zabludovsky, el gremio periodístico instaló la pregunta por su legado (cfr. el ejercicio al respecto que hizo la Revista Colibrí: http://colibrirevista.com/2015/07/03/losperiodistasopinan-sobre-el-legado-de-jacobo-zabludovsky/). Aun cuando nadie objetó que Zabludovsky encarnó una suerte de modus operandi de la relación prensa-poder político, no fue fácil llegar a concreciones sobre sus aportaciones al campo. Antes bien las consideramos magras.

Frente a ello es más difícil argumentar a favor de una eventual herencia de López-Dóriga como conductor del Noticiero. Podríamos señalar que contribuyó al desplazamiento de Televisa hacia el info-entretenimiento, pues en sus primeros años su histrionismo, a ratos hiperbólico, parecía una reacción a la estridencia que Javier Alatorre había instaurado en Azteca desde años atrás. La novedad estuvo en las formas, en la espectacularización del formato…

He escuchado y leído a muchas personas refiriéndose a López-Dóriga con el mote de el Teacher; sin embargo, ni a ellos ni a nadie les he conocido referencias sobre lo que aprendieron de él sobre el oficio del periodismo. En los últimos días la lisonja al personaje ha venido de sus colegas periodistas, y también de la clase política gobernante. Todos agradecen, felicitan y despiden; pero nadie dice “de López-Dóriga aprendí que…”.

No dudov que haya quienes tengan razones para apodarlo el Teacher. Lo que extraño es una mayor publicidad de tales argumentos. López-Dóriga comenzó su carrera como reportero y quizá la terminará de esa misma manera a través de los nuevos proyectos que encabezará en Televisa: un programa de entrevistas y reportajes, y uno más sobre debate y análisis político. Tendrá una nueva oportunidad de hacerle justicia a su mote. Estemos atentos.

* Presidente del Capítulo Jalisco de la Amedi.