El demonio de la creatividad

Por: Roberto Estrada (@robertoestrada0)

¿Cuál es el resultado de una obra que se aventura a reflexionar sobre las vicisitudes, los miedos y la frustración a que se enfrentan los artistas en su diario proceso creativo, mediante la música, el teatro, la danza y la caricatura? La respuesta es la ópera No se culpe a nadie, producida por la compañía de títeres La Coperacha, Eastman School of Music y la Universidad de Guadalajara, la cual se presentará el próximo jueves 24 de noviembre a las 20:30 horas en el Teatro Diana, como parte del Festival Latinoamericano de las Artes.

El compositor Carlos Sánchez Gutiérrez, quien junto con Ricardo Zohn-Muldoon se encargó de crear la música para este trabajo multidisciplinario, en entrevista para Reverso señala que “no es una ópera convencional”, ya que “introduce elementos diferentes como los títeres de gran formato, el teatro físico que es muy gimnástico, escultórico (con la compañía neoyorquina PUSH Physical Theatre), y música en vivo (Eastman Broadband Ensemble), con diez músicos y cuatro cantantes”.

Además, como parte fundamental, se encuentran una serie de cartones hechos por el monero Jis especialmente para este montaje, de los cuales se partió para su puesta en escena, que por ello resulta un tanto “modular”, que “no tiene una línea narrativa estricta”, y que explora a través de diferentes cuadros vocales, teatrales, dancísticos y de otras disciplinas.

Así, surge esta ópera en dos actos con doce escenas, donde se plantea “al artista y sus ideas y la posibilidad de hacer algo con ellas, contra la –a menudo frustraste– experiencia que significa”.

Los integrantes de la compañía de teatro, La Coperacha. Foto: Especial

Los integrantes de la compañía de teatro, La Coperacha. Foto: Especial

Ya que parte esencial de la obra son los cartones de Jis, ¿ello hace que sea muy satírica?

Sí hay elementos satíricos, pero también oníricos y un tanto filosóficos, porque en realidad el lado de Jis que nos llama más la atención es el que a mí me gusta llamar “jislosófico”, de manera que no es el Jis jocoso de El Santos, no es el que adoptamos, es el más artístico y profundo, sin divorciarlo de que a fin de cuentas es un monero.

¿Ya habías trabajado en un proyecto similar?

Sí y no. Tengo un pasado monero. Conozco a Jis y a Trino desde hace muchos años; fuimos moneros en una revista que se llamaba Galimatías, que es como el germen de mucho de lo que se hizo después [en el medio]. A la vez que yo ya era músico, siempre he tenido una amistad muy profunda con muchos de los moneros de Guadalajara, como con Falcón, pero nunca había hecho un trabajo así con ellos.

Pero sí he participado en obras multidisciplinarias, he escrito música para ballet, para cine, danza, así que no es la primera vez en ese sentido, pero es quizás el más ambicioso y complejo por su naturaleza, ya que involucra un montón de disciplinas diversas, y es un proyecto binacional que combina formas que normalmente no se ven en el mismo contexto como los títeres, los monos de Jis, la ópera, la música contemporánea de concierto; cosas que parecen cada una ir por su lado, y creo que es la primera vez que tratamos de unificarlo en un todo que con suerte será más que la suma de todas sus partes.

Obra de teatro No se culpe a nadie

¿Es un trabajo que podrían entender más las personas de Guadalajara, por el contexto de los moneros y los títeres de aquí?

No, es una obra universal. No tiene una temática que se asocie con ningún sitio en particular. Curiosamente Jis y La coperacha están en Guadalajara, pero los compositores y Push estamos en Nueva York, pero no es una obra de Nueva York o Guadalajara, el tema universal es el terror ante la hoja en blanco, el demonio de la creatividad, los problemas que el artista enfrenta en el proceso, los conflictos que sufre.

Los textos que empleamos son en su mayoría en español, porque es nuestra lengua materna, y Ricardo y yo nos sentimos más cómodos, aunque también hay algunos en inglés, que pensamos se aplican a cualquier manifestación artística, así que no es una obra tapatía en este sentido.

El título de la obra proviene de un cuento de Cortázar, no usamos el texto, pero aludimos a él como una fuente de inspiración primigenia, y sí empleamos textos de poetas de Guadalajara; de Raúl Aceves y Jorge Esquinca, pero también de Roberto Juarroz y Oliverio Girondo, de Argentina, y de Italia, Dante Alighieri. Son fuentes de literatura latina o latinoamericana que coinciden porque tienen en común el tema del autor ante la complejidad de crear.

ensemble

¿El tratamiento en el caso de los cantantes sí obedece a lo tradicional en la ópera o no?

Sí, los cuatros cantantes tienen la técnica operística y la orquesta es clásica. Por eso nos atrevemos a llamarla así, es a lo que más se acerca, como espectáculo multidisciplinario.

¿Qué fue lo más difícil de ensamblar entre los diferentes componentes de la obra?

Se trató de que cada quien trajera a la mesa sus propias preocupaciones y metáforas al respecto del tema que a todos nos atañe, así que fluyó a pesar de la distancia geográfica o del idioma. Todo ha surgido con naturalidad, las dificultades más bien son de orden económico, como suele suceder, hubo que replantear muchas cosas. Pero no sólo se tenía una preocupación, sino que se estaba creando algo con ella. Y no es una obra crítica ni cínica, ni contestaría, es una que acepta que para crear algo se requiere de dificultad.