Hablemos de periodismo, señor Alfaro

Por: Darwin Franco (@darwinfranco)

El periodismo es una profesión cuyo principal objetivo es informar sobre hechos de interés público. Usted, como muy bien lo sabe, es un servidor público y, por lo tanto, sus acciones están y deben estar bajo el escrutinio público no sólo de los medios y los periodistas sino también de la sociedad.

Al ser un funcionario público, cuyo ingreso proviene del pago de nuestros impuestos, debe saber que ser Presidente Municipal de Guadalajara lo coloca en una tribuna donde sus acciones deben ser fiscalizadas y esto, señor Enrique Alfaro, no es una cuestión personal sino un ejercicio de rendición de cuentas.

Cuando Usted expresó de manera pública: “Quiero ver a todos esos que escriben tantas cosa de mí, al Mural, al NTR, a La Crónica, a todas esas basuras que escriben cosas todos los días, denigrando, ofendiendo, atacando. Quiero ver qué han hecho ellos como esto (las obras), que le llegue a los talones para cambiar la realidad”.

Al decir eso, cometió varios errores porque intentó equiparar –con fines denostativos- su función como alcalde con la de los medios de comunicación, lo cual conlleva una trampa porque ningún medio tiene la obligación de hacer obra pública –como la que Usted inauguró y está obligado a realizar–, esa no es la función de los medios de comunicación y, por ende, no se les puede juzgar ni medir a través de este argumento porque al usarlo se está engañando a las personas que creerán –como Usted quizá lo hace- que el objetivo de los medios sólo es “denigrar, ofender y atacar”.

Su segundo error fue ofender sin dar ni ofrecer pruebas de que su dicho es verdadero. Al usar la aseveración “a todas esas basuras que escriben cosas todos los días, denigrando, ofendiendo, atacando”, usted asumió el compromiso de señalar y comprobar qué de aquello que han informado Mural, NTR y Crónica le ha causado tales perjuicios.

Le recuerdo señor Alfaro que si existió algo que en su parecer era incorrecto, impreciso o inexacto; usted tenía (y tiene) todo la libertad de ejercer su derecho de réplica, ya que si las cosas no son como los medios señalan no hay necesidad de ofender; al contrario, podría señalar de manera objetiva dónde, cómo y en qué sentido el medio estaba equivocado. A los medios, si fuese así, les tocaría aceptarlo.

Si usted no posee tales pruebas para señalar las erratas en el ejercicio periodístico de Mural, NTR y Crónica está cometiendo un tercer error al confundir la labor de los medios de comunicación con la que realiza su oficina de comunicación social, pues ésta última es el área encargada de señalar, enfatizar y ensalzar las acciones gubernamentales de su gestión.

El alcalde Enrique Alfaro en rueda de prensa. Foto: Especial

El periodismo no es ni debe ser una extensión de estas funciones porque lo que nos toca a nosotros es investigar, cuestionar, constatar e indagar las acciones gubernamentales que usted realiza,  no con el afán de “estarle dando y dando y dando” sino porque la gente merecer saber si, en efecto, las cosas se realizan tal y como usted lo afirma.

Nos toca cuestionar su función pública, así que no se trata de un tema personal.

Así que cuando usted se pregunta “¿Qué necesidad tengo de esto?” debería saber que el ejercicio de cualquier función pública conlleva la crítica tanto a su función pública como a las acciones gubernamentales que orbitan alrededor de su gestión como alcalde de la capital de Jalisco, lo cual no es cosa menor.

No saber aceptar la crítica y el no ofrecer pruebas para desmentir lo que con agudeza le han señalado estos medios es, quizá, uno de los errores que particularmente más me preocupan, ya que la esperanza no puede construirse cuando uno es incapaz de reconocer que se ha equivocado. Cegarnos ante el error nos vuelve intolerantes y desde la intolerancia no se puede gobernar, aunque usted y su equipo se reconozcan como parte “de las últimas esperanzas que le quedan al país”.

Recuerdo también que en otro momento, usted ya había mostrado su incomodidad hacia la prensa local cuando en un evento público les dijo a los reporteros: “Sí les pido lo mínimo de cobertura, porque si no ¿a qué venimos acá?, ¿a hablar de lo que cada quien quiere?, es una agenda la ciudad, no es mía, estas obras son de la ciudad”, agregando después una sentencia: “A prueba, ¿eh?, todos”.

El ejercicio del poder es también una prueba que se va o no superando a través de las acciones que se realizan. A nosotros como medios nos toca asumir un rol fiscalizador no sólo con usted sino con todos aquellos que ostentan un cargo público, ya que ésta es la razón de ser del periodismo, la cual podrá o no gustar pero es nuestra función. Esto también implica aceptar y reconocer nuestros errores. Debemos hacerlo.

Algunas de sus funciones, señor Alcalde, según las marca el Artículo 61 (incisos I y VI) de la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del estado de Jalisco son “cumplir con la máxima diligencia el servicio que le sea encomendado, y abstenerse de cualquier acto u omisión que cause la suspensión o deficiencia de dicho servicio o implique abuso o ejercicio indebido de su empleo, cargo o comisión” y “observar buena conducta, tratando con respeto, diligencia, imparcialidad y rectitud a las personas con que tenga relación, con motivo de sus funciones”.

El alcalde Enrique Alfaro. Foto: Especial

Si el trabajo periodístico no es de su agrado ejerza su derecho de réplica y señale las fallas o errores en las piezas periodísticas pero si lo que no le gusta es la crítica, recuerde que cumple una función pública y todo ejercicio de poder conlleva una gran responsabilidad porque se gobierna (e informa) para todos, no sólo para quienes piensan igual que nosotros.

En este sentido, la disculpa que emitió en su texto titulado “México no necesita silencio”, publicado en Tercera Vía, no basta porque ésta tuvo que darse de frente a aquellos a los que ofendió y en un espacio público similar o igual a donde se emitieron los agravios.

Tampoco resulta suficiente la excusa de haber catalogado a los medios de comunicación como “basura" por una reacción natural ante el enojo que le provoca: “despertar todos los días y leer mentiras, ofensas y descalificaciones sistemáticas de su trabajo”, ya que en esta segunda oportunidad no presentó ningún tipo de elemento informativo o periodístico que sostuviera que los medios que usted ofendió, efectivamente: “mintieron, ofendieron y descalificaron”.

La censura. Ilustración: Bruno Aziz/Flickr

En su texto de disculpas hacia la prensa jalisciense no mencionó a Mural, NTR o Crónica, como sí lo hizo el pasado 2 de junio cuando los ofendió; por ello, resulta significativo que usted mencione: “requerimos medios capaces de ejercer sin obstáculos una función ética alejada de las mentiras y con una independencia real respecto de los poderes fácticos. No todos los medios, desafortunadamente, ejercen esa independencia y, frente a ello, muchos prefieren quedarse callados para no incomodar”.

Ahí tenemos un punto en común porque yo también creo que un medio de comunicación o periodista que calla termina por volverse cómplice; por ello, mi apoyo incondicional está con estos tres medios pero también con varios periodistas que expresaron con firmeza su sentir tras sus declaraciones y después fueron incomodados e instados a guardar silencio.

Quizá, en este punto, nuestro silencio como gremio no permitió generar una crítica mucho mayor contra sus palabras. La desunión es nuestra flaqueza ante las agresiones.

En su texto, usted siguió afirmando que las piezas periodísticas que le causaron tal enojo no provenían de “un ejercicio libre, profesional y auténtico”, pues de ser así su molestia se hubiese trasformado en “un recordatorio de que hay algo que mejorar”.

Desde luego que hay muchas cosas por mejorar tanto en el ejercicio de la función pública como en el quehacer periodístico; por ello, no nos sorprende que usted afirme la existencia de “algunos medios de comunicación o colaboradores que se ponen al servicio de intereses particulares”.

Lo que nos sigue faltando (y ésta también es tarea nuestra) son las pruebas que sustenten esto, ya que si esto es así ni usted ni nosotros debemos callarlo.

Periodismo. Ilustración: Berenice Medina, Revista Cuadrivio

El periodismo trabaja con un bien público que es la verdad, y ésta no le pertenece ni al gobierno (por más elementos veraces que ofrezca), ni a los medios (por más que sean los canales para su difusión) ni a los periodistas (por más que seamos quienes la encontremos), le pertenece a la sociedad porque lo que hacemos como medios y periodistas no es más que garantizarles el acceso a su derecho humano a la información.

Por lo tanto, ambos somos garantes de este derecho; nosotros desde el quehacer periodístico y usted desde su función pública porque desde ahí donde se deben de crear las condiciones para que este derecho pueda ser disfrutado por todas y todos. Cuando desde ahí se ofende se duda de que existan tales condiciones para el ejercicio de la libertad de expresión, así como también se crean dudas cuando se tienen medios y/o periodistas que no cuestionan la función pública.

En ese sentido, es cierto, que los medios que se alejan de la verdad “no le hacen ningún bien al país”, así como tampoco le causan un bien quienes desde el poder esgrimen ofensas contra la prensa.

Manifestación por el asesinato del fotoperiodista Rubén Espinoza. Foto: Eneas/Flickr

En México, como lo ha documentado Artículo 19la mayor parte de los ataques y las amenazas que han sufrido nuestros compañeros agredidos, asesinados o desaparecidos han tenido su origen en la acción o inacción de algún funcionario público.

Estoy convencido en que no podemos guardar silencio y, por ello, disiento de su escrito porque cuando en éste se extiende la ofensa original es legítimo volver a cuestionarle, justamente, para “no reducir la libertad de expresión al monopolio de unos cuantos”.