La última llamada

Por: Roberto Estrada (@robertoestrada0)

En su habitación, una mujer desesperada trata de establecer una llamada telefónica con quien ha sido su amante por varios años, pero que ahora él ha decidido ya no estar a su lado. Para hacer más angustiante y absurda la situación, la línea es interferida en algunos momentos por otra persona.

La escena está inmersa en una maraña de cables que se entrecruzan; que mantienen enredada a la protagonista en su infructuosa historia, y que a la vez es un tendido de ruido del exterior que se interpone entre los antes amantes.

Ella no quiere aceptar que todo ha terminado. Se debate entre la tristeza, la negación y la locura. El punto final puede ser morir de amor o morir de olvido.

Este es el argumento de La voz humana, una ópera en un acto, a través del monólogo, del compositor Francis Poulanc, que fue estrenada en 1959, y que está basada en la obra de teatro homónima de Jean Cocteau, realizada en 1930.

El montaje de la ópera, interpretado por la soprano María Katzarava, estará presente en la Sala 2 del Conjunto de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara, el próximo sábado 10 y domingo 11 de febrero, a las 20:30 horas y 18:00 horas respectivamente. El acompañamiento al piano está a cargo de Abdiel Vázquez, y la dirección de escena es de Paolo Giani Cei.

En entrevista para Reverso, María Katzarava, quien no había tenido oportunidad antes de presentarse en Guadalajara, y que se siente “feliz de debutar la obra aquí”, habla sobre sus impresiones de La voz humana, a la cual ha dedicado gran parte de su empeño artístico en lo últimos años.

¿Por qué escogiste esta ópera? ¿Por qué te adueñaste de ella para cantarla?

Siempre me ha gustado presentar obras que no se hagan tanto, que no sean tan comunes. Y sobre todo al ver que la recepción en México fue maravillosa. Cuando la debuté en el Palacio de Bellas Artes, la gente realmente quedó impactada por la puesta en escena que, además es muy impresionante, es minimalista. Está llena de hilos rojos y negros, entonces visualmente es fuerte.

¿Cuál es la dificultad actoral para montar la obra, más allá del canto?

Siempre es importante contar con una buena dirección de escena. Es un personaje difícil, porque es de mucha tensión dramática. Tienes que estar cambiando cada poco tiempo varias emociones. Entonces si no llegas a transmitir al público, la gente se queda sin entender el proyecto, más si va acompañado de la voz, y de la parte escénica.

¿Cómo percibes la música de Poulanc en La voz humana?

Es una pieza muy difícil, pero preciosa. Muy difícil para la cantante ya que armónicamente es muy compleja, pero de una belleza espectacular, indescriptible. Además muestra perfectamente bien las emociones, las delinea musicalmente, está muy bien hecha, muy bien escrita.

La última llamada. Foto: Especial

¿Es un reto para las sopranos comparada con otras óperas?

Sí, porque además de tener la tensión durante cincuenta minutos, mantener al público estático ahí es muy complicado. Sobre todo la parte emocional, es realmente más cansado que cantar una Tosca, o cualquier otro papel, porque estar solo en un escenario es difícil.

¿Cómo te sientes con el registro de la voz en esta ópera?

Normalmente la cantan mujeres maduras, porque está muy central, muy baja, pero es para una soprano lírica, está escrita bastante baja.

¿Te queda cómodo el papel?

Sí, porque ahora yo estoy involucrada en repertorio pesado.

¿Esta obra representa retos o diferencias en comparación con lo que has hecho antes?

Sobre todo por el reto de estar sola y de tener que manejar toda la energía en una sola persona, porque cuando yo canto la ópera tradicional, Puccini, Verdi, etc., se divide todo entre tenores, barítonos, mezzos, u otras sopranos si es que hay. Entonces la tensión no siempre recae en mí, sólo tengo ciertos momentos clímax y ya, pero aquí todo el tiempo está en mí llevar la escena.

El piano es una presencia fundamental en este montaje, ¿está pensado como si fueran dos personajes?

De hecho, en esta puesta el piano está acomodado sobre el escenario, como si él fuera mi amante, como parte de quien está del otro lado de la línea telefónica. Entonces visualmente se entiende así, porque también los cables están acordonados al piano y son negros, entonces él responde a la parte del amante.

Eso requiere de una gran interrelación con el pianista para poder lograr esto en escena.

Sí, absolutamente. Además de que se vuelve más difícil en piano, porque debemos de tener un entendimiento muy fuerte el pianista y yo, y sentirnos y conocernos bien porque la pieza está escrita para orquesta, y teniendo al director enfrente da mucho más seguridad. Pero así es como ir un poco a ciegas, porque nos vamos siguiendo mutuamente, nos vamos sintiendo, porque hay muchas entradas que por ejemplo tengo que hacer yo, esperarlo o viceversa. Sólo la he cantado con piano. Hacerlo con orquesta es uno de mis planes a futuro.

La última llamada. Foto: Especial

¿Se debe apostar por llevar al escenario obras que no son tan tradicionales en el mundo de la ópera?

La gente está ávida de ver producciones así y eso es de lo que yo me di cuenta, justamente por la respuesta que tuvimos desde Bellas Artes, y en otros lugares donde la he montado. La gente quiere ver producciones modernas, frescas, no las tradicionales de siempre, entonces esto lo vuelve mucho más atractivo, incluso para el público que no está empapado de la ópera. Es una oportunidad para que se acerque y conozca un poco de este mundo. También es una ópera corta, no pasa de la hora. Dura unos cincuenta minutos, es una ópera de cámara.

Esto ayuda a formar públicos.

Sin duda. Es muy atractiva para cualquier tipo de público. Es impactante.

¿Cómo te sientes en este punto de tu carrera respecto a lo que has ido evolucionando?

Me siento bien y voy con el crecimiento natural de mi voz. Tuve que estar alrededor de diez años en un repertorio ligero, para que mi voz tuviera tiempo de madurar y ahora poder abordar roles muchísimos más pesados, que es donde realmente me siento cómoda, con roles dramáticos, de tensión y más centrales. Entonces es ahí donde me puedo explayar mucho mejor, y tener contacto más cercano con el público. Me siento como pez en el agua.

¿Ha respondido mejor tu público a esta nueva faceta tuya?

Sí. Cuando el artista se siente bien eso se refleja. Yo ya no vivo ese nervio, que antes era como sufrir antes de entrar al escenario. Ahora es muy lindo entrar, es relajante incluso. Porque ya estoy más tranquila.