Las fintas del tango

Por: Roberto Estrada (@robertoestrada0)

Ha terminado el ensayo con el bandoneonista argentino César Olguín y la Orquesta de Cámara de Zapopan (OCZ). Se le pregunta al maestro si para el concierto tocará sentado como ahora, o de pie como se acostumbra con este instrumento, apoyando una pierna en un banco para sostener el bandoneón.

Es obvio que quisiera interpretar parado, pero trata de disculparse diciendo que antes siempre lo hacía así, “pero ahora, bueno”, y sobre todo porque se ha lesionado recientemente una rodilla jugando al fútbol.

Comienzo la entrevista sin dejar de pensar que alguna concepción o analogía futbolera tendrá con su oficio.

César Olguín tiene 35 años de carrera musical; muchos de ellos en nuestro país (radica en la Ciudad de México desde 1979), en donde es el director y miembro fundador de la Orquesta Mexicana de Tango. Cuenta en su haber con veintiún trabajos discográficos, y ha pisado escenarios como el Palacio de Bellas Artes, la Sala Nezahualcóyotl o el Auditorio Nacional. Como solista ha estado acompañado por importantes orquestas de México.

Este miércoles 15 de febrero a las 19:30 horas en el Centro Cultural Constitución, y con repetición en Sala de Cabildos del Ayuntamiento de Guadalajara el jueves 16 a las 20:00 horas, Olguín al lado de la OCZ, ofrecerá un programa con piezas de Astor Piazzolla, entre las que se hallan Las Estaciones Porteñas, y con arreglos del propio Olguín.

Olguín dice que su dedicación a la música fue algo fortuita, y recuerda que empezó a estudiar el bandoneón a los ocho años. En su formación estuvieron sus maestros Tito Cabrera y Alberto Núñez. Para él, “abrazar la música se convirtió en una forma de vida”.

El bandoneonista argentino César Olguín, acompañado de la Orquesta de Cámara de Zapopan. Foto: Especial

¿El bandoneón es una parte fundamental de la música argentina?

Es fundamental en el tango. A veces, no sé qué tan lamentable, pero encasillado en este género, aun cuando se puede interpretar todo tipo de música. En el caso particular de Argentina, que está relacionado el folclor con lo campirano, se ha tocado mucho con este instrumento, pero internacionalmente está señalado como un símbolo del tango, al grado que algunos creen que no se puede hacer sin él, lo cual, no deja de ser falso.

Pero el bandoneón sí ha sido usado para otros géneros populares y para la música clásica a lo largo de su historia. No es un instrumento muy viejo: los primeros intentos de su creación nacieron por 1850, y comenzó su apogeo en los inicios del siglo XX. Hoy es usado en Finlandia donde tocan un tango muy particular, y también en Alemania y en los Países Bajos hay un resurgimiento del instrumento, tocando música autóctona. Originalmente se hizo para interpretar música sacra. Por sus características pretendía ser un órgano portátil, pero mucha gente lo utilizó para la música folclórica bávara. En América del Sur, ya que se toca también en Uruguay y el sur de Brasil, está unido al tango.

¿De no ser por Piazzolla el bandoneón no estaría ligado a la música clásica?

Hablando no sólo del bandoneón, sino del tango, siempre hago referencia a que las dos figuras que mayor universalidad le han dado al tango son Carlos Gardel y Astor Piazzolla, cada uno en su momento histórico. Con Piazzolla, a finales del siglo XX. De su mano esta música y este instrumento llegaron a las salas de concierto, y el tango fue conocido en el mundo.

El tango ha estado mucho más cerca de lo que se cree de la gente –y hablo de los que no pertenecen a ese punto geográfico que es el Río de la Plata–, y en el caso de México, casi desde el principio ha estado ligado. Después, por cuestiones de la vida los caminos fueron tomando distintos destinos. Pero el tango ha estado cerca de los pueblos de todo el mundo. Hoy goza de un prestigio internacional, y en el 2009 fue nombrado Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.

Como ejecutante, ¿qué le significa Piazzolla?

Una admiración por su obra, su tozudez, su terquedad y su talento. Sus condiciones. En él se conjuntaron una serie de factores que no son fáciles de encontrar en un músico. Uno se puede especializar como un buen intérprete o como un buen arreglista o compositor, pero conjuntar todo esto es difícil. En el caso de Astor Piazzolla, era una personalidad con un talento para tocar el bandoneón, para componer, para arreglar. La obra que ha legado las siguientes generaciones es invaluable.

El bandoneonista argentino César Olguín. Foto: Especial

¿Qué es lo que le puede dar la sal y la pimienta a los tangos al momento de ejecutarlos?

No es una particularidad del tango solamente. Pero viene bien la comparación con los condimentos, ya que pasa así con la cocina y lo gourmet. A una amiga mexicana varias veces le pedí la receta de una sopa, y me decía que era simple, y me decía los ingredientes y cómo cocinarlos, pero nunca me salía como a ella. No sé, debe haber algo. A mí me cuesta mucho hablar de la magia, pero yo lo he sentido en otras gentes.

Yo vi muchas veces a Astor y a otros destacados músicos; tienen algo especial y uno no sabe qué es. No es que la figura le ponga más crema a sus tacos, pero no, me ha pasado incluso con personas ajenas a la música, reconocidas en el mundo del espectáculo, y se siente que están invadidas de un halo particular. En mi caso, si hay algo que yo aporto es lo que he sentido desde que conozco esta música y la toco con mucho cariño y amor. Si eso es la sal, bienvenida sea, pero eso lo tiene que decir la gente cuando me escucha.

¿Ser tanguero es algo especial que se lleva en la sangre?

Me parece que sí. Si bien el tango está localizado en un punto geográfico creo que es más universal. Las músicas populares tienen mucho en común. Como la música mexicana. ¿Una canción ranchera y un tango en qué se parecen? En principio son cosas diferentes, pero en su esencia expresan el amor, la muerte, las traiciones. La cuestión bravía y machista si se quiere, pero plantea algo como el flamenco. La música tiene formas distintas pero habla de lo que nos toca vivir cotidianamente. Y eso no sólo está en las palabras, sino en la misma música, porque en el caso de este concierto, no hay letra, pero cada uno podrá decir si tal parte me da tristeza, melancolía, nostalgia, o me hace vibrar y me pone en un estado amoroso. Es una percepción personal, pero lo que han querido plasmar los compositores es lo que les ha tocado vivir.

El bandoneonista argentino César Olguín. Foto: Especial

Ahora es cuando le recuerdo a Olguín que antes de la entrevista he escuchado que se ha lastimado una pierna jugando al fútbol. Suelta una carcajada y me dice que ha sido en un tiro libre.

¿Son inherentes para un argentino el tango y el fútbol?

No. Hay ciertas cosas que son falsas. Se puede generalizar. Tengo muchos conocidos argentinos y uruguayos que no les gusta el fútbol, es más, otros que no les gusta el tango, lo cual desmitifica la historia. Sudamérica es una sociedad más futbolera, pero hay muchas excepciones de los que no les gusta esto ni el folclor.

Pero a César Olguín le gusta la cocina, el tango y el fútbol

Sí, aunque estoy un poco decepcionado del fútbol últimamente, porque evidentemente ya se ha convertido en objetivos de mercadotecnia muy definidos. Yo jugué fútbol bastante tiempo. Vengo de una época donde en las barreras de los tiros libres los jugadores se ponían de espaldas, y cuando uno se ponía una camiseta, no se ponía otra. Hoy los jugadores tienen poco respeto por eso, ya es una cuestión de a ver cuánto me pagan y yo voy y porto la camiseta que sea. Pero con algunos bueno jugadores todavía se puede disfrutar, así como de la cocina, y de la música, por supuesto.

¿Se hacen fintas en el tango como en el fútbol?

Sí. Se tiene que controlar bastante. Son códigos. Es conocerse; la asociación. Uno no juega al fútbol con cualquiera. Hay un lenguaje desde los dos lados. Es como bailar, y no se baila con quien sea.