Maten al mensajero

Por: Roberto Castelán Rueda (@CastelanRob)

Ilustración: Bruno Aziz/Flickr

La frase fue hecha película. Pero es muy antigua. Hay quienes para darle nobles orígenes, la sitúan en las obras de Plutarco, Sófocles y Shakespeare. Lo cierto es que la frase siempre ha significado lo mismo: deshazte de quién te trae malas noticias, desaparece a quien te incomoda, ignora a quien viene a amargarte la vida con chismes que en el instante tienes que desmentir.

En México existe una amplísima tradición de asesinatos de mensajeros. Metafóricas y reales. Baste ver las cifras de periodistas asesinados en un país que formalmente no está en guerra para darnos cuenta que en México los mensajeros se convirtieron en los principales enemigos de la felicidad de los políticos y de la armonía social.

Esa ya vieja tradición no se pierde a pesar de que quienes se ven afectados por las noticias que traen los mensajeros compran, de diversas formas, a las empresas dedicadas a difundirlas y en no pocas ocasiones, a los mensajeros también. Emulando al eficaz sistema empleado por los narcotraficantes en todo el mundo, la fórmula "plata o plomo" también resultó benéfica para los dueños del poder político, normalmente los destinatarios de las noticias.

Sin embargo, los mensajeros persisten en calzarse las sandalias aladas con el afán de perturbar la tranquilidad de los moradores de los castillos idílicos de la actividad política. Los destinatarios, acosados por las malas noticias y ante la imposibilidad de un exterminio masivo de mensajeros, decidieron, con la ayuda incondicional de bufones disfrazados, disminuir la efectividad de los portadores de noticias por medio del método conocido como "conviértase usted mismo en mensajero: lecciones para desacreditar la verdad", un método bastante efectivo sin tener que recurrir, porque además habría que importarlo, a la figura de los "hechos alternos", tan de moda en la ejemplar democracia norteamericana.

El método es tan simple como efectivo y lo mejor, resulta extremadamente barato: solo algunas "compensaciones", "favores" o "mira, tú mamá apareció en la nómina", comparado con el aún vigente: "plata o plomo".

Aquí algunas pequeñas muestras. Ya si quiere conocer más acerca de este método, precios y formas de pago, tiene que enviar un inbox, nosotros acudimos.

Ilustración: Maravillas Delgado

Imaginemos que en los diarios aparece la nota de que su jefe el presidente mantuvo una llamada telefónica secreta con el presidente de un país que lo tiene agarrado del pescuezo. La nota comienza a crecer y amenaza con convertirse en un problema serio para la credibilidad de su jefe el presidente ¿Usted qué hace? Muy fácil: comience por poner en duda la credibilidad del reportero: ¿En dónde estaba cuando surge la nota? ¿Es adivino? ¿Trabaja en la compañía de teléfonos?

Después ponga en duda su integridad moral: ¿Con quién está casada(o)? ¿Por quién votó?, ¿Con quien fue vista (o) por última vez? Sin duda, alguna vez el indeseable mensajero fue visto en compañía de alguien que estuvo en la cárcel o de quien habla mal del presidente, esto le quitará seriedad a su nota.

Asegúrese de insistir en que el mensajero está obligado a evidenciar a su fuente. Si no lo hace, convierta en noticia la frase: "La fuente nunca aparece en estos casos", con la cual le va a poder afirmar que si no aparece, es porque sin duda, "es la parte oscura del complot".

También ponga en duda al medio: siempre han dicho mentiras, nunca adivinan un marcador deportivo.

Pondere, por sobre todas las cosas, el desmentido: enérgica respuesta, más claro ni el agua, firme en la postura. Recuerde que quién da la cara para desmentir algo a sabiendas que es verdad, siempre se va a ganar la simpatía y el cariño del público: la gente se conmueve con quien es atrapado en fragancia.

Si todo lo anterior falla, convoque a una marcha con personas reconocidas por su patriotismo.