Temacapulín y el arte de la resistencia

Por: Raúl Valencia Ruiz (@v4l3nc14)

30 de agosto de 2016.- Cuando la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) anunció en el año 2005 la edificación de una presa en Los Altos de Jalisco, y que esta obra implicaría la afectación y el desplazamiento de los habitantes de las comunidades de Temacapulín, Acasico y Palmarejo; probablemente, supuso que la población alteña recibiría esta decisión con beneplácito y que daría por zanjado el conflicto que ocasionó la primera intención de construir la presa en San Gaspar de los Reyes, una delegación del municipio de Jalostotitlán.

A diferencia de San Gaspar, Temacapulín, Acasico y Palmarejo contaban con una población relativamente menor, más dispersa e integrada en su mayoría por adultos mayores que, conjugado con otros factores, hicieron suponer que la resistencia a la realización de la obra sería menor o fácilmente acallada.

Sin embargo, ninguno de los directivos responsables de la presa como en su momento fueron el exdirector de la Comisión Estatal del Agua (CEA) César Coll Carabias o Raúl Iglesias Benítez, exdirector del organismo de la Cuenca Lerma-Santiago-Pacífico de la CONAGUA, conocían todas las potencialidades que los pobladores de estas comunidades podían desplegar para la defensa de sus territorios, de su identidad y de su historia.

Temacapulín

Vista panorámica de la Nave de la Basílica de Temacapulín y casco de la Hacienda del cerro de Temaca. Foto: Raúl Valencia Ruiz.

En la última década, la estrategia que han seguido los habitantes de Temacapulín ha sido pacífica y desde distintos frentes. Por una parte ha sido legal, pues en julio de 2014 varias resoluciones judiciales, entre las que se incluye un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), determinaron la suspensión de la obra.

El fallo a favor de los argumentos de los pobladores se sostiene por las irregularidades que ha seguido el proceso de la presa, que van desde las decisiones personales de algunos funcionarios públicos, como la del exgobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, que pretendía que la altura de la cortina de El Zapotillo pasara de los 80 a los 105 metros de altura.

Así mismo, la asignación de los contratos de obra y los recursos destinados para la compra de las propiedades en las comunidades afectadas, han tenido un uso discrecional que ha sido denunciado por parte del Comité Salvemos Temaca. Pues, en el año 2015, la Comisión Estatal del Agua de Jalisco asignó un total de 56 millones 431 mil pesos para la adquisición de 14 viviendas en este poblado. «La Unidad de Transparencia de esa dependencia confirma que el Estado, utilizando recursos federales, pagó en promedio cuatro millones 30 mil 785 pesos por cada casa adquirida el año pasado» (El Informador, 03/05/2016).

Temaca te saluda

Mensaje de bienvenida de la comunidad a los visitantes de Temaca. Foto: Raúl Valencia Ruiz.

Por otra parte, el Comité Salvemos Temaca, que dirige Gabriel Espinoza Íñiguez, ha establecido redes de colaboración y solidaridad con otras organizaciones y comunidades en situaciones similares a las de Temaca. De acuerdo al testimonio de sus habitantes, estas organizaciones han apoyado de manera decisiva la causa a su favor y su labor ha contribuido para que la opinión pública cuente con una versión informada de lo que ocurre entorno a El Zapotillo, así como promover actividades para la recaudación de fondos como lo son la Feria del Chile y la Carrera de los Remedios.

Para este 2016, la Feria del Chile y la Carrera de los Remedios se llevaron a cabo los días 27 y 28 de agosto. Para su realización, los habitantes de Temaca contaron con el apoyo de la Campaña Nacional en Defensa de la Madre Tierra.

El cultivo del chile de árbol y la producción de salsas caceras derivadas de esta variedad del chile, han sido fuente de recursos y de identidad para la comunidad. En este sentido, podemos decir que la población de Temacapulín se ha visto en la necesidad de hacer una mirada introspectiva y encontrar aquello que les vincula y les distingue respecto de otras poblaciones. Pese a que la amenaza de ser desplazados continúa, lo cierto es que los habitantes de Temacapulín han hecho de su lucha un arte, el arte de la resistencia.