Por: Hector Guerrero (@mexhector)
8 de junio de 2016.- La ciudad de Cuernavaca Morelos llegó a ser conocida como la ciudad de la eterna primavera; a 59 minutos de ahí, por una carretera que entrega paisajes imponentes con volcanes de fondo, se llega a la ciudad de Cuautla y a tan solo 10 kilómetros la pequeña comunidad de Tetelcingo, célebre en las últimas semanas por el hallazgo de un cementerio irregular donde la propia Fiscalía del Estado de Morelos enterrara, de manera clandestina a 117 personas, en marzo de 2014.
La historia
Voy recorriendo esa carretera en compañía de Angélica Rodríguez, a quien le pido me ayude a entender que paso aquí y como llegamos a un fosa clandestina operada por la propia Fiscalía General del Estado; sin embargo para entender la noticia de las fosas de Tetelcingo es necesario conocer las historias de los ciudadanos de Morelos que lamentablemente no dista de las historias que se cuentan en el resto del país.
Angélica es la actual comisionada de la Unidad Estatal de Atención a Víctimas de Morelos, aunque en sus planes de vida nunca estuvo llegar a tener este cargo.
Todo comenzó el 12 de agosto de 2012 cuando su hija Viridiana Morales y su yerno Roberto Altamirano decidieron ir acampar al Estado de México, concretamente a los manantiales del Río Grande de San Pedro Tlanixco. Días después, en septiembre del 2012, el cuerpo de Roberto aparecería en la barra conocida como el “El Madroño” en el lecho del río.
Angélica ha recorrido los 13 kilómetros del río a pie buscando alguna prueba o evidencia que le ayude a las autoridades a dar con el paradero de su hija; fue esta situación que giró su vida y la llevó a lugares y luchas que nunca pasaron por su cabeza. Finalmente la invitaron a formar parte de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, cargo que ella desempeña con un compromiso personal, porque nunca ha dejado de ser una madre que busca a su hija, sólo que ahora ha tenido que hacer suyas las demás denuncias que recibe.
En algún momento de la charla me lanza la pregunta: “¿Como le dices a una madre que el estado no va hacer todo lo posible por encontrar a sus hijos, si yo sé perfecto lo que esa madre está sintiendo, y que es lo mismo que siento yo?”.
Ahora vamos camino a las fosas porque Angélica estaría durante todos los días que duraron las exhumaciones, apoyando a los familiares de personas desaparecidas que todos los días llegaban al lugar para realizarse las pruebas de ADN con la esperanza de encontrar ahí a los restos de la persona que buscan.
El 28 de Marzo
La Universidad Autónoma de Morelos conmemoraba por primera vez el Día Estatal de las Víctimas bajo la Ley de Atención y Reparación de Víctimas del Estado de Morelos. Era el año 2014 y decidieron que la fecha sería el 28 de marzo, ya que ese día, pero del año 2011, fue cuando inicio el Movimiento por la Paz, aquella marcha donde se sumaban cientos de víctimas de la violencia ocasionada por la mal llamada guerra de las drogas.
Es movimiento salió desde la capital del estado a recorrer gran parte del país, hasta que finalmente los recibió Felipe Calderón, entonces Presidente de México.
Ese mismo día del año 2014, mientras una parte de la sociedad morelense celebraba el reconocimiento de una ley estatal para víctimas, la Fiscalía General del Estado depositaba los primeros cuerpos en una fosa clandestina, en un cementerio irregular en Tetelcingo municipio de Cuautla.
Fue el 24 de mayo del 2013 que un grupo de hombres armados ingresó a la casa de Oliver Wenseslao Navarrete Hernández, a quien secuestraron. El cuerpo de Oliver fue identificado días después, sin embargo su familia no pudo recibir el cuerpo y darle sepultura, ya que el exceso de burocracia y descoordinación de las autoridades estatales impidieron que su madre recogiera el cuerpo del servicio forense.
Al pasar los día, cuando finalmente el cuerpo podía ser devuelto a los familiares, la fiscalía se dio cuenta que por error el cuerpo había ido a dar a la fosa clandestina de Tetelcingo.
Acordaron con la mama de Oliver, la señora María Concepción Hernández, que pronto le devolverían el cuerpo de su hijo, al haber ocurrido un error; sin embargo en este punto de la historia la señora Hernández desconfiaba plenamente de las autoridades: nada bueno podía venir de una autoridad que extravía el cuerpo de una víctima.
Armada de su celular, la señora y algunos familiares siguieron las pistas y las camionetas del forense hasta dar con ellos en el cementerio irregular. El cuerpo de Oliver había quedado sepultado hasta abajo, por lo cual tuvieron que inhumar por lo menos 11 cuerpos más.
La madre de Oliver registraría todo ello hasta que la pila de su celular se agotó. Y es precisamente ese video, su testimonio y la presión ejercida por los diferentes organismos de atención a víctimas, como de la propia Universidad Autónoma de Morelos, lo que llevo al gobierno perredista de Graco Luis Ramírez Abreu a reconocer la existencia de estas fosas y la creación de ellas por parte de las autoridades con al menos 118 cuerpos dentro de ellas.
Los familiares
Tranquilina Hernández Lagunas, madre de Mireya Montiel Hernández, quien desapareció en septiembre de 2014, solicitó a un Juez de Control y Juicio Oral del Poder Judicial de Morelos, que la Fiscalía General del Estado la tomara en cuenta al momento de abrir las fosas y realizar las exhumaciones, ya que tiene motivos para creer que los restos de su hija podrían encontrarse en el cementerio clandestino.
De esta forma, el juez Daniel Adán Rodríguez Apac ordenó a la Fiscalía que diera aviso a la señora Tranquilina Hernández del momento en los cuerpos forenses de las distintas instituciones trabajarían en lugar.
Fue así como autoridades de la universidad y familiares rompieron el cordón de resguardo en la zona, e ingresaron al área de trabajo para supervisar el trato y los trabajos que realizaban los cuerpos forenses del estado y federales, permaneciendo en el lugar hasta que el último cuerpo fue desenterrado.
Los cuerpos
De las fosas de Tetelcingo se extrajeron 117 cuerpos, de acuerdo a la cifra oficial de la Fiscalía General del Estado de Morelos. Pero visitadores de la Comisión de Derechos Humanos de Morelos hicieron su reporte con una cifra de 118 cadáveres, además de 9 extremidades embolsadas, las cuales tampoco se indican en el informe de la Fiscalía.
Varios cuerpos desenterrados fueron a parar a esa fosa clandestina sin que siquiera tuvieran una averiguación abierta e incluso sin necropsia. También había cuerpos con artículos personales como relojes o ropa.
A todos los cuerpos se les tomaron muestra de ADN, lo que supone un paso para que por fin la Fiscalía del Estado pueda otorgar datos certeros de la identidad de cada persona ahí depositada sin cumplirse los mínimos protocolos.
Hay en este caso una evidente indolencia, un abuso de autoridad hacia las víctimas de la violencia que sigue atormentando a México sin que haya capacidad del estado mexicano para detenerla.
Puede ser esta una historia inverosímil pero ahí la vimos en Tetelcingo, una fosa clandestina creada por un órgano de justicia local que opera como si fuera parte de un cártel del crimen organizado, en un país que ya ronda la cifra de 35 mil desparecidos en 10 años.