Tierras raras: Machismos de cantina

Por: Adrián Acosta Silva

10 de marzo de 2025.-El origen del término tiene que ver con exploradores, químicos e industriales. Como puede indagarse en cualquier buscador de internet, “tierras raras” son aquellas porciones del planeta (“tierras”) compuestas por 17 elementos químicos, algunos de los cuales es difícil encontrar en forma pura, y cuyos componentes se pueden disolver en ácido, que son una denominación antigua de los óxidos.

Esas tierras fueron identificadas por primera vez en Estocolmo, a finales del siglo XVIII, por un pequeño grupo de científicos que caminaban por las 14 islas que configuran la capital sueca.

Rare Earth fue también el nombre de un exitoso grupo de comienzos de los años 70 que mezclaba sonidos de rock, funk y soul. Su denominación aludía vagamente al concepto inventado por los químicos europeos.

La rareza significa algo inusual, poco común o que no es habitual. En términos sociales puede ser utilizado como una metáfora para referirse a lo extraño, paradójico y contradictorio de ciertos comportamientos y expresiones políticas contemporáneas que pueden ser capaces de disolver en ácido las prácticas de cualquier racionalidad civilizatoria.

Las figuras de Donald Trump como representante de la idea del regreso a la nueva “grandeza americana” o de Javier Milei como el exponente de la idea del “capitalismo libertario”, son parte de las “tierras raras” en estos tiempos de incendios retóricos y violencias reales.

Las negociaciones de paz en Ucrania entre Trump y Putin son una postal mafiosa de los espíritus animales que habitan las tierras raras. Sin importar demasiado las consecuencias, deciden humillar al principal afectado de la guerra (Zelenski) y a sus aliados de la Unión Europea.

La guerra de Gaza es otra postal similar. Mientras Trump y Netanyahu brindan sobre la expulsión masiva de palestinos en medio de la guerra devastadora iniciada por Israel, Trump, el presidente-empresario, sueña con la construcción de casinos y hoteles en tierras palestinas, pero sin palestinos.

Milei representa en sí mismo otra porción de tierra extraña. El presidente argentino, motosierra en mano y gritando a la menor provocación “¡Viva la libertad carajo!”, representa el machismo de cantina que acompaña a los que se sienten intérpretes autorizados para hablar en nombre de los fantasmas y espíritus de la época, independientemente de cuáles sean sus formas y apariciones.

El ingrediente común de estas expresiones es el retorno de brujos oligarcas como Elon Musk y sus saludos neonazis. Sea en la Casa Blanca o en la Casa Rosada, el hombre más rico del mundo aparece sonriendo junto a su pequeño hijo a un lado del escritorio del presidente Trump para dar a conocer planes de recortes brutales a la administración federal o visita a Milei, en Buenos Aires, para recibir un efusivo abrazo del presidente argentino junto a una motosierra con baño de oro.

Las escenas son de celebración, de alegría y fiesta, de sonrisas, abrazos y elogios mutuos. Brindan por los nuevos tiempos en las tierras raras de la política mundial, llenas de polvo, lodo y óxido

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