Por: Julián Atilano (@JulianAtilano)
18 de octubre 2016.- Históricamente la relación que existe entre la alta burocracia universitaria y la comunidad estudiantil de las universidades públicas suele ser tensa. Son dinámicas que implican negociaciones, pugnas y en ocasiones paro de labores. Por lo general, las comunidades estudiantiles forman organizaciones, colectivos y contrapesos para impedir aquello que consideran obstáculos para sus intereses. Pero existen casos donde esto no ocurre. Un ejemplo actual se observa en la Universidad de Guadalajara (UdeG), ya que la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) representa un brazo político del grupo que actualmente controla dicha casa de estudios.
Dicho panorama sugiere los siguientes cuestionamientos: ¿Cómo se ha construido la alianza entre la FEU y el grupo político que actualmente controla la UdeG? ¿Qué elementos han influido para fortalecer dicha alianza? ¿Por qué la FEU representa un brazo político?
Las anteriores preguntas son oportunas en el marco de los 25 años de la FEU y del actual proceso electoral para renovar a su dirigencia, que se realizará a mediados de octubre del presente año. En ese marco es importante participar en el debate, el diálogo y la crítica, ya que contribuye a la pluralidad de ideas y al fortalecimiento del ejercicio democrático no sólo de la comunidad universitaria, también de la sociedad.
A continuación reflexionaré sobre tres puntos que en su conjunto intentan dar respuesta a las preguntas que se derivan del planteamiento que sitúa a la FEU como uno de los brazos del grupo político hegemónico que controla la UdeG.
El comienzo de la FEU
La vida interna de la Universidad de Guadalajara es un elemento central en la historia política contemporánea de Jalisco. Principalmente en las década de 1960 y 1970 cuando las disputas internas entre la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), el grupo guerrillero Los Vikingos y uno de sus brazos llamado Frente Estudiantil Revolucionario (FER), tuvieron mayor presencia en el estado. Aunque la historia es conocida, son hechos oscuros que se han preferido mantener en el pasado. Años después, cuando la sociedad jalisciense estaba cansada de los enfrentamientos, la efervescencia ideológica había pasado a segundo plano y algunos jóvenes que participaron principalmente en la FEG ya comenzaban a ocupar cargos en la esfera política dentro y fuera de la universidad, los episodios de violencia se relegaron.
De esa manera en el año de 1991 se constituyó la FEU, en el periodo del entonces rector Raúl Padilla López (1989-1995). El objetivo de dicha Federación fue desplazar a la desprestigiada Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), caracterizada por la ejecución de actos vandálicos, asesinatos y desapariciones. Pero su desplazamiento como Federación estudiantil hegemónica también respondía a un cambio en la estructura política de la UdeG, ya que desde la Rectoría General se consumaba la transición del poder político hacia un nuevo grupo encabezado por Padilla López, quien paradójicamente también fue ex presidente de la FEG en el periodo 1977-1979.
Dicha transición política permitió la consolidación de la FEU, ya que se apostó desde la Rectoría General para que ésta fuera la única estructura estudiantil y así fue. En pocos años logró tener representación en todo el sistema de educación media superior y paulatinamente en las diferentes carreras de la UdeG. El diseño institucional de la FEU permitió que cada preparatoria y carrera tuvieran una representación que se renovara cada año, asimismo la presidencia de la FEU se renovaría cada tres años de forma ininterrumpida.
La propuesta fue un tanque de oxígeno para la vida universitaria cansada del pistolerismo de la FEG. Además, a la distancia parecería que estamos frente a una Federación democrática pero eso no es del todo cierto. Si bien las elecciones en cada preparatoria y carrera se llevan de forma pacífica, y los actos de violencia que se caracterizaban en los tiempos de la FEG han quedado atrás, las prácticas clientelares y la discrecionalidad en el manejo de recursos que la UdeG le entrega a la dirigencia de la FEU la han convertido en una organización opaca. Pero no sólo eso, dicha transferencia de recursos implica lealtad y sometimiento hacia el grupo político que controla la UdeG.
Lealtad y dinero
Lo anterior pareciera exagerado pero veamos cuánto dinero se le ha otorgado en los últimos años a la FEU. Tan sólo de 2005 a 2009 la UdeG le entregó a la FEU la cantidad de 20 millones 205 mil pesos. Dinero que no se ha transparentado en su totalidad ni de forma detallada.
Sin embargo, cuando esto sí sucede se encuentran gastos que no tienen ninguna relación con los intereses de la comunidad estudiantil jalisciense. Por ejemplo, existen pagos realizados en 2011 por concepto de “trámites de posgrado” para pagar un boleto de avión de un expresidente de la FEU, o viajes pagados a dirigentes de la Universidad de Colima y Nayarit para asistir a un congreso en la Ciudad de México.
Este presupuesto incrementó de forma considerable de 2010 a 2016, ya que la UdeG le asignó a la FEU 71 millones 370 mil pesos. De ese monto, tan sólo en 2016 la FEU recibió la cantidad de 15 millones 470 mil pesos. Según el actual presidente de la FEU, Alberto Galarza Villaseñor, la justificación para recibir dicho monto se debe a que este año habrá elecciones para renovar la presidencia de la FEU y para realizar un congreso estatal feuísta.
Por otra parte, a diferencia de las anteriores elecciones para presidir la Federación, este año se han presentado siete contendientes (cinco hombres y dos mujeres) pertenecientes a tres corrientes estudiantiles y han recibido 200 mil pesos por persona, para sus gastos de campaña. El actual dirigente mencionó que “son los mínimos indispensables para una campaña estatal”, además, dice que la FEU consiguió ese dinero “para que los candidatos no tengan que ir con ningún padrino político o partido político”.
Sin embargo, en un contexto de opacidad como el que se presenta en la FEU puede pasar desapercibida la entrada de recursos externos a las campañas estudiantiles, ya que no se transparenta en su totalidad la forma en que cada contendiente ejerce los recursos que se les han asignado. Por otra parte, los padrinos políticos sí existen y están al interior de la UdeG. Cada contendiente a presidir la FEU es impulsado y tiene vínculos cercanos con algún miembro del grupo político hegemónico denominado Grupo Universidad.
Pero es claro que para el presidente de la FEU los demonios no están al interior de la UdeG, pareciera que la referencia que hace se enfoca en el Ayuntamiento de Guadalajara. Habría que preguntarse si el presupuesto de 15 millones de pesos que recibió la FEU para 2016, máximo histórico en un año, coincide con la llegada de Enrique Alfaro al Palacio Municipal de Guadalajara. Recordemos que el alcalde tapatío, junto con su partido Movimiento Ciudadano, tuvo una amplia victoria en distintas partes del estado en las pasadas elecciones de 2015. Es probable que lo anterior sea una señal de alarma para el grupo que controla la UdeG, ya que ante la fuerte aceptación de Enrique Alfaro entre amplios sectores de la población estudiantil, algún grupo de estudiantes se les podría colar en la estructura política de la FEU o poner en duda la legitimidad de la estructura.
El brazo político
Mediante la transferencia de recursos la FEU ha sido una organización totalmente controlada, en ella la disidencia se mira con recelo y la lealtad se utiliza como único mecanismo de ascenso al interior de dicha organización. Se reproducen las mismas prácticas de los partidos políticos, los mismos vicios y el mismo distanciamiento con sus votantes, sin olvidar el abstencionismo que se vive al interior de la UdeG.
Este brazo político sirve para golpear a quienes no coinciden con los intereses del grupo al que pertenecen. Algunos casos recientes hacen visible dicho argumento. Por ejemplo, en 2006 el presidente de la FEU en ese momento, Carlos Corona, orquestó una campaña contra la candidatura del panista Emilio González para la gubernatura de Jalisco, debido a que el feuísta lo consideró “un peligro para la educación pública”, porque declaró que la Universidad de Guadalajara es una “caja negra” ineficiente controlada por la “burguesía dorada”. No obstante, en ese entonces Carlos Corona participaba en la planilla de regidores priistas que contendían por el municipio de Guadalajara.
Dos años después, en uno de los momentos de mayor tensión al interior del Grupo Universidad y de la misma UdeG, la FEU fue utilizada para el golpeteo político. El entonces rector Carlos Briseño (2007-2008) intentó romper con la influencia que Raúl Padilla ejerce dentro de la UdeG. Sin embargo, Briseño no pudo ante la maquinaría del grupo del que fue participe por muchos años y ayudó a construir, ya que en 2008 el Consejo General Universitario lo destituyó.
Previo a la sesión del Consejo, en una entrevista para el diario La Jornada, Briseño comentó sobre el tema:
“Él [Raúl Padilla], día con día me quería dar instrucciones, órdenes, me quería imponer cosas con el argumento de que eran decisiones del Grupo Universidad. Y yo se lo dije de frente: tu liderazgo se está deteriorando, has perdido autoridad moral sobre mí, yo soy el rector general, tú me apoyaste para llegar a la rectoría, pero para ser rector general, no gerente, no empleado, no gato”.
Días antes de la destitución de Carlos Briseño las disputas al interior del Grupo Universidad se dividieron entre quienes apoyaban a Padilla y quienes apoyaban a Briseño. Lo mismo se observó en la alta burocracia de la FEU, ya que también se posicionaron.
El presidente de la FEU, César Barba Delgadillo (2007-2010) “acusó al vicepresidente feuísta César Iñiguez González de haberse convertido en vocero del rector Carlos Briseño Torres y de recibir instrucciones del vicerrector ejecutivo, Gabriel Torres Espinoza, para declarar públicamente a favor de los intereses de este grupo”.
Mientras que el vicepresidente César Iñiguez contrarrestó la ofensiva al decir lo siguiente: “Hago un extrañamiento severo al presidente de la FEU, César Barba, porque a casi un año de que asumió el cargo no ha transparentado el uso de recursos económicos. No me explico cómo se paga un desplegado en los medios impresos, cuando ha argumentado que no hay recursos económicos para las peticiones y proyectos presentados por los presidentes de los campus y escuelas de la Universidad”.
La historia de ese álgido episodio entre la élite que domina la UdeG terminó en el suicidio de Carlos Briseño y en la restauración del statu quo. La mayor parte de los aliados de Briseño, que no eran muchos, ofrendaron de nuevo lealtad a Raúl Padilla y la dinámica institucional siguió su curso. Asimismo, la capacidad de la FEU como brazo político se fortaleció, fue una de las piezas clave para mantener el orden en dicho momento político.
Durante la gubernatura de Emilio González (2006-2012) la postura que éste tuvo hacia la UdeG fue de confrontación. En 2010, en una disputa por 701 millones de pesos que el Gobierno de Jalisco le debía a la UdeG, la alta burocracia de ésta y la FEU convocaron a la comunidad universitaria a manifestarse. El tema fue sensible y complejo, ya que detrás de la riña política entre Emilio González y Raúl Padilla se ponía en riesgo la educación.
En ese momento era complicado hacer una crítica al Grupo Universidad sobre la falta de transparencia en el ejercicio de los recursos de la UdeG y al mismo tiempo no verse o ser catalogado como alguien que justifica la reducción del presupuesto para las universidades, o incluso como un aliado de la derecha encabezada por Emilio González. Lamentablemente cuando en una situación se carece de democracia el maniqueísmo sobresale.
Por otro lado, cuando Enrique Alfaro llegó a la presidencia municipal de Tlajomulco (2009-2012), dijo que dicho municipio era “libre del yugo de Raúl Padilla”. El alcalde mencionó que “Padilla López obstaculizó su registro como precandidato y que ya en funciones como presidente municipal le exigió el 60 por ciento de los puestos administrativos del ayuntamiento, entre ellos la titularidad de la Tesorería municipal de Desarrollo Urbano, Promoción Económica y del Instituto de la Cultura municipal”.
En respuesta Raúl Padilla dijo que “no respondería a los perros, menos cuando tienen rabia”.
Dicho enfrentamiento continuó en 2012 cuando Enrique Alfaro contendió por la gubernatura del estado de Jalisco. El Grupo Universidad emprendió una campaña utilizando los recursos de la UdeG para favorecer al priista Aristóteles Sandoval, candidato opositor de Alfaro Ramírez. En esa campaña una vez más se utilizó a la FEU, pero para su sorpresa la lealtad de algunos de sus integrantes no estaba suficientemente arraigada a las prácticas clientelares.
Esto se observó cuando en una rueda de prensa el secretario particular del presidente de la FEU, Marco Nuñez (2010-2013), el oficial mayor y “un centenar de estudiantes anunciaron su salida de la FEU, a la cual acusan de haberse convertido en un brazo político y de movilizaciones a favor de los dos abanderados priistas [el candidato a gobernador y a presidente municipal de Guadalajara]”, asimismo, los jóvenes mencionaron que “hemos sido amedrentados por apoyar a Enrique Alfaro Ramírez. La misma federación ha boicoteado el ingreso del aspirante de Movimiento Ciudadano a los centros universitarios” […] “Nos dijeron que si no estábamos con el PRI nos fuéramos a la chingada, que todo lo que huela a Alfaro está de más. Hace un mes golpearon a un compañero y tenemos partes médicos”.
Al finalizar su mandato como presidente de la FEU, Marco Nuñez obtuvo una beca, en 2014, por 487 mil pesos para estudiar en Universidad de Barcelona, España. El apoyo se renovó en 2015.
El horizonte
No queda duda que la FEU representa un brazo político para el Grupo Universidad, es parte de dicha estructura. Ni siquiera se podría decir que la Federación es su aliada porque no existe la capacidad para tomar esa decisión.
En pocos días se renovará el comité ejecutivo de la FEU pero no hay ninguna novedad, de las siete personas que contendían para dirigir la Federación ahora sólo quedan tres, ya que cuatro decidieron hacer una alianza y representar -como lo hicieron desde el principio- a una misma corriente política feuísta. De los 200 mil pesos que cada uno de esos cuatro candidatos recibió no se observa voluntad para regresar ese dinero o alguna parte. Las prácticas se repiten. Estas dinámicas no siempre son visibles o en ocasiones se han convertido en situaciones tan cotidianas que pasan inadvertidas. El presupuesto que la UdeG le entrega a la FEU, de forma poco transparente, es vergonzoso cuando en el calendario 2016-B seis de cada diez aspirantes para entrar a la casa de estudios fueron rechazados.
Por una lado estamos frente a una UdeG moderna, en la cual su planta docente constantemente es evaluada y una gran parte cumple con estándares de excelencia, además el trabajo del personal administrativo es un elemento de gran importancia para el funcionamiento de la vida interna universitaria. Por otro lado, pareciera que la FEU no se quiere modernizar y cuando hablo de la FEU hablo de su cúpula, ya que el ejercicio que se ha realizado en estos 25 años también muestra luces y hechos que definitivamente han beneficiado a amplios sectores del estudiantado. La FEU como organización se nutre de miles de jóvenes universitarios.
Tal vez por la forma en que se pensó la FEU en el momento de su creación no sea posible su modernización, considerando que esto implica la rendición de cuentas, la transparencia en el ejercicio de sus recursos, la independencia, la justificación y el debate en torno a sus acciones, la autocrítica y la apertura para recibir críticas. Es decir, una actitud democrática en el amplio sentido de la palabra.
Es probable que en este momento el horizonte se observe nublado ante una realidad que se ha construido con elementos del pasado y acciones que día a día opacan la mirada de la comunidad universitaria, sin embargo no hay indicios de que este horizonte sea diferente.
En este momento el país se nos presenta con serios problemas en muchos aspectos y la única opción es enfrentarlos. Desde la cotidianidad esto es posible pero es de gran ayuda la participación libre e independiente, pensemos en un mundo diferente e intentemos reconstruirlo como mejor podamos. Un país democrático se construye en todos los espacios.