Por: Mariana González*
22 de octubre 2016.- Los ciudadanos son piezas fundamentales para identificar la actividad de los grupos del crimen organizado, sin embargo éstos no tienen muchos incentivos, pues saben que prevalece la corrupción, afirmó el doctor Alberto Díaz–Cayeros, académico de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, durante la conferencia “Tejido social, extorsión e insurgencia criminal en México” para celebrar los 25 años de las licenciaturas de Estudios Políticos y de Gobierno, y de Estudios Internacionales, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), de la UdeG.
El investigador presentó algunos de sus estudios acerca de la confianza de los ciudadanos en instituciones y niveles de extorsión o corrupción en poblaciones pequeñas de la mayoría de los estados de la República Mexicana, en los que encuestaron a dos mil 700 personas mediante una técnica de “experimentos de lista”.
La investigación reveló que 10 por ciento de la población ha sufrido extorsión por parte de organizaciones criminales y 11 por ciento de los ciudadanos ha sido víctima de este delito, pero de parte de policías.
Pequeñas poblaciones de estados como Tabasco, Chiapas y Guerrero son las que presentan mayores niveles de extorsión de narcotráfico, mientras que en Sinaloa y Durango los encuestados prefirieron no contestar cuando se les preguntaba acerca del narcotráfico, aunque fuera de manera indirecta.
Otro de los estudios citados por Díaz–Cayeros evidencia que los ciudadanos desconfían de las policías municipales tanto como de la estatal, por lo que el especialista afirma que la idea de un mando único no es del todo acertada.
“Mucha gente piensa que el mando único es una gran solución para los problemas de la policía en México, pero en realidad no hay mucha diferencia entre la desconfianza ante la municipal con la estatal. Pensar que porque desplazas el problema del ámbito municipal al estatal no quiere decir que los ciudadanos van a confiar mucho más en esta policía, porque hay una enorme correlación entre ambas, aunque en algunos estados no es así”, aseguró.
El especialista en política económica y pobreza afirmó que uno de los factores para que los ciudadanos callen los crímenes es la aceptabilidad social.
“La actividad que pensaríamos criminal se vuelve una forma de vida, una fuente de empleo y como sociedad desarrollamos una tolerancia a esta situación, porque se vuelve parte de cómo vivimos”, expresó.
Agregó que los ciudadanos con frecuencia tienen conocimiento local acerca de las casas de seguridad, las actividades criminales, quiénes son los halcones y donde están, pero esto no es información pública que se comparta con la autoridad para que pueda tomar acciones.
“No hay muchos incentivos para denunciar la actividad criminalidad y es un fenómeno muy complejo que tiene que ver, por una parte, porque tenemos la idea de que si denuncio no va a pasar nada, pero también por algo que se llama el sesgo de deseabilidad social, que es asumir que es un tema del que no se tiene que hablar”, dijo.
Añadió que muchos datos de las encuestas acerca de la extorsión, crimen organizado y la victimización de los ciudadanos no son fiables, pues las personas suelen dar “respuestas socialmente aceptadas”.
El especialista dijo que la medición del crimen no debe ser sólo por el número de homicidios, pues hay otros problemas más severos que subyacen en la realidad de la criminalidad en el país.