Por: Karina Alatorre*
Un estudio realizado con niños menores de cinco años, originarios del Municipio de San Martín Hidalgo, en la región Valles de Jalisco, evidenció que aquellos mayormente expuestos a plaguicidas utilizados en la actividad agrícola presentan afectaciones en sus capacidades cognitivas, de lenguaje, sociales y motoras, así como en su desarrollo neuronal.
La investigación fue encabezada por Nancy Núñez Sandoval, estudiante de la maestría en Ciencias de la Salud Ambiental de la Universidad de Guadalajara (UdeG), quien estudió a un grupo de 40 niños con el objetivo de medir su grado de exposición a estas sustancias químicas.
La investigadora elaboró un índice de exposición con más de 30 variables, que le permitió hacer una escala y determinar si los menores presentaban una alta, media o baja exposición.
“Se hizo observación directa y seguimiento cercano con ellos y con sus padres. Se revisó si hubo exposición prenatal, si conviven con personas que aplican plaguicidas, y si éstas realizan actividades de riesgo como lavar equipo en su casa. Además de otros factores como la cercanía a la escuela o a su casa”, dijo.
El resultado fue que 25 por ciento de los niños se ubicaron en el rango más alto, principalmente aquellos que eran hijos de padres campesinos, quienes frecuentemente incurren en malas prácticas de manejo de los productos dentro del hogar.
“Actividades como lavar ropa contaminada, almacenar envases en los patios o el lavado incorrecto de los alimentos. Más de 50 por ciento refieren no utilizar ninguna protección durante la aplicación, y cuando lo hacen es un pañuelo, que no protege en gran medida”, comentó.
Para la evaluación del neurodesarrollo y la actividad cerebral de los menores, Núñez Sandoval se apoyó del doctor Jahaziel Molina del Río, profesor investigador del Centro Universitario de los Valles (CUValles) y de las estudiantes de la licenciatura en Psicología, Johana González Pelayo y Saira Zárate Díaz, originarias de la región.
A los menores se les aplicó la prueba Evaluación del Desarrollo Infantil (EDI), con la que se valoran los riesgos biológicos en cinco áreas del neurodesarrolllo: lenguaje motriz fina y gruesa, sociabilidad y conocimiento.
Los resultados de esta evaluación revelaron que los niños que obtuvieron resultado de rezago en el desarrollo, fueron aquellos que estuvieron en la categoría de alta exposición, en el índice desarrollado previamente.
“A excepción de un niño, notamos que los infantes no tienen el desarrollo de motricidad fina adecuado, la cual está muy asociado con la exposición a plaguicidas, mayormente con los organofosforados, que son aquellos que más se aplican en la localidad”, dijo Nancy Núñez.
Desarrollo neuronal
Las pruebas neuronales se llevaron a cabo con un electroencefalógrafo del Laboratorio de Neuropsicología del CUValles, a cargo del doctor Jahaziel Molina. Estas se realizaron en los diferentes planteles preescolares a los que asisten los menores.
“El estudio se hizo en 32 niños, que dividimos en dos grupos; los que tenían mayor grado de exposición y los que tenían un menor grado, luego comparamos los resultados de ambos”.
El resultado fue que el grupo que tenía mayor exposición presentaba índices de retraso madurativo, presentaban un patrón característico de ondas lentas, que se asocia con un retraso en el desarrollo, o que no se ha adquirido la edad de desarrollo cerebral adecuada.
Molina del Río explicó que este retraso se traduce en trastornos de aprendizaje escolar, relacionados con la habilidad lectora, con la escritura o el cálculo mental.
Agregó que estos retrasos podrían ser causados por sustancias químicas que tienen los plaguicidas, ya que contienen tienen un grado de neurotoxicidad que afectan de manera directa células o tejidos del cerebro.
Los investigadores pretenden trabajar en conjunto con las autoridades municipales para generar estrategias educativas con los agricultores e impartir talleres de estimulación temprana para explicar a las madres qué hacer para reducir la afectación que presentan sus hijos.