Por: Lucía López*
Los carruajes del Centro Histórico, conocidas como calandrias, que por más de un siglo han dado servicios de transporte público y turístico en Guadalajara, pueden tener alternativas de solución que permitan mantener la tradición emblemática de la ciudad y cuidar el bienestar de los caballos.
Ante la problemática de Guadalajara del uso del caballo en el tráfico vehicular y polarización de la opinión pública, la forma de resolver, “no es cambiar completamente la esencia, sino encontrar un punto medio”, consideró la especialista en turismo del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), Angélica Guerra Ávalos.
Éste podría mejorar el mantenimiento del caballo, crear establos, ajustar rutas y valorar la entrada de patrocinios públicos o privados.
El especialista en equinos y bienestar animal del Centro Universitario de Ciencias Biológicas Agropecuarias (CUCBA), Rubén Anguiano Estrella, dijo que estos caballos están en condiciones aceptables y tienen un mejor trato que ha ido progresando.
Considera que es posible mantener la tradición y el bienestar de los animales. Los carruajes pueden ser más ligeros con ruedas neumáticas y suspensiones más eficientes. Se podría también valorar tener un albergue cerca del Centro, una hectárea arbolada, con agua limpia para beber y bañarlos, almacenar alimentos y una enfermería.
La experta en turismo señaló que “su función histórica y en el transporte público fue medular”. Se le puede rastrear entre los siglos XIX y XX. Es de las pocas actividades “que quedan en la ciudad como un remanente del pasado”, señaló.
“Como servicio turístico es un emblema”. Aparece en folletos y en redes sociales, es una de las actividades que más recomiendan los paseantes.
En esta era apresurada, las calandrias –que suman 55– coinciden con el movimiento del slow tourism, en el que hay tiempo para que los turistas disfruten de los inmuebles de importancia histórica y arquitectónica y conversar con los residentes, en este caso el cochero o calandriero.
Los carruajes existen en otras ciudades del país como Mérida y de muchas naciones, entre las que se cuentan Lima, Nueva York y Viena, entre otras.
El patrimonio intangible, destacó Guerra Ávalos, “es más vulnerable y es muy complicado volverlo a recuperar”.
El experto en equinos afirmó que desde hace 12 años se les brindan servicios médicos integrales y desde hace ocho se extiende un certificado de salud que garantiza sus buenas condiciones.
Estos trabajos los realiza la UdeG, el Ayuntamiento de Guadalajara, la Unión de Conductores de Carruaje de Alquiler, miembros de la delegación Jalisco de la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Equinos y Voluntarios que se suman. Además, empresas y distribuidores aportan los medicamentos.
Explicó que los caballos traen herraduras de plástico para caminar en el asfalto. La jornada de trabajo es apta, ya que cada uno trabaja turno matutino o vespertino y un día sí y otro de descanso; y los recorridos también son adecuados de 30 o 60 minutos.
Los caballos en general tienen la capacidad de desplazarse hasta 150 kilómetros al día, pueden tirar tres o cuatro veces su peso, están aclimatados al calor y al frío, viven y duermen de pie, sólo se echan dos horas al día, y se han adaptado también a vivir en las ciudades, como sucede en otras metrópolis del mundo.