Por: Redacción*
Familiares de personas que han sido víctimas de desapariciones forzadas coinciden en señalar que los esfuerzos colectivos generan mejores resultados, y que es importante tener aliados en los aparatos del sistema, desde autoridades, iglesia y medios de comunicación, ya que de lo contrario los riesgos de seguridad, así como de ser incriminados, son muy altos.
Aunado a esto, es importante contar con una base de datos de ADN de alcance nacional, que facilite la búsqueda e identificación de desaparecidos, además de que es necesario que la sociedad conozca la Ley General de Víctimas que permite exigir su búsqueda expedita.
Dentro del “Seminario de desaparición forzada: un crimen de lesa humanidad”, realizado por el Centro Universitario de los Lagos (CULagos) y Radio Universidad de Lagos de Moreno, tuvo lugar este lunes 12 de junio, el “Conversatorio de madres de desaparecidos en Jalisco y Guerrero. Testimonio y esclarecimiento”.
Graciela Pérez Rodríguez, de Tamaulipas, integrante de Ciencia Forense Ciudadana, quien busca a su hija Mylinali, que en 2012 desapareció junto con cuatro familiares durante un viaje, dijo que a partir de este suceso y de toparse con trabas en el ministerio público, además de un procedimiento lento, se unió a otras personas para visitar ejidos y el lugar donde les dicen que supuestamente encontrarán un rastro.
“Hemos localizado campamentos, fosas clandestinas. La búsqueda ciudadana tiene que ser unida, ya que es un asunto de mucha complejidad. La reunión con otras familias es la clave para idear estrategias de búsqueda ante el desinterés de las autoridades. Como fruto de esta labor, se ha conseguido la detención de más de 11 delincuentes”, subrayó Pérez Rodríguez.
Leticia Rivera Hidalgo, integrante de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL), está convencida de que si no buscan ellos a sus familiares, nadie lo hará. En Fuerzas Unidas intercambian ideas sobre cómo hacerlo visible. Por ejemplo, tuvieron la iniciativa de salir a bordar en una plaza céntrica los nombres de sus seres queridos para darles identidad.
Óscar Sánchez Viesca López y Silvia Ortiz de Sánchez Viesca, integrantes del Grupo Víctimas por sus Desaparecidos en Acción (Grupo VIDA), explicaron que han trabajado arduamente para que el delito de desaparición tuviera seguimiento por medio de una ley general de víctimas.
Se han encontrado con la indiferencia de la sociedad y la negativa de las autoridades ante los supuestos motivos de la desaparición, como fuga voluntaria o nexos criminales. Pero estos esfuerzos de nada sirven si no conducen a pistas. De manera que, a partir de que en 2014 iniciaran las movilizaciones de familiares por la desaparición de los 43 en Iguala, ellos decidieron agruparse y salir a buscar.
Sus investigaciones los llevaron a encontrar 18 fosas, la más grande de ellas en el Ejido Patrocinio, donde se han encontrado 85 mil fragmentos de restos óseos.
Nereida Quiñones, de Sinaloa, compartió que Las Rastreadoras están conformadas por 428 madres que ven en las autoridades un desapego hacia las labores de búsqueda. Ellas han localizado 88 cuerpos en fosas clandestinas, de los cuales 28 han correspondido a familiares de estas madres. Explicó que se puede generalizar, ya que no todos los desaparecidos son criminales, y este fenómeno da cuenta de cómo la inseguridad nos alcanza a todos.
Sin embargo, trabajan y comparten su experiencia movidas por el amor y la esperanza.
Al finalizar el conversatorio se inauguró la exposición gráfica y de poesía Lotería 43: metáfora de una búsqueda, que busca mantener viva la memoria de los estudiantes y la lucha de sus familiares, por medio de 43 pinturas de los rostros de los desaparecidos, más los tres que fueron asesinados, y 21 imágenes icónicas de la lotería mexicana que expresan el proceso de búsqueda, tanto en aspectos positivos –la solidaridad– como los negativos –las autoridades que, en lugar de ayudar, entorpecen la búsqueda–.