Por: Cesar Octavio Huerta (@zorrotapatio)*
Eran los inicios del futbol mexicano. Guadalajara, ciudad futbolera por excelencia, estaba catalogada como la metrópoli con más equipos en la liga profesional y mayor producción de jugadores; pero hacía falta lo más importante: un título para demostrar la pasión por el balompié. Atlas había hecho una buena temporada y desplegando un vistoso fútbol, se ganó el favoritismo del público, pues era uno de los cuadros con mayor constancia en la región, tanto así, que fueron nombrados por propios y extraños como “la academia”.
Años atrás se habían coronado en varios torneos como Campeón de Campeones, además de tener un exitoso papel en diversos encuentros contra cuadros provenientes del extranjero. 1950 había sido un buen año para los rojinegros, aunque por un partido de liga no consiguieron el ansiado título, Atlas logró vencer en un juego histórico al invencible River Plate por tres tantos a dos. Tal fue la gallardía del cuadro atlista, que el presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón, le envío al club Atlas una réplica del sable del libertador San Martín.
El fútbol de ese entonces era otro. La camiseta y el orgullo valían mucho más que las monedas conseguidas por dedicarse a este deporte profesional. Atlas tenía uno de los mejores equipos de la liga local, siempre destacando su estilo de juego: tocar y saber pensar con el balón.
Domingo 22 de Abril de 1951, Parque Oblatos
Ese día las puertas del Parque Oblatos se abrieron desde las 9 de la mañana. Antes del clásico tapatío entre Atlas y el Guadalajara programado a las 12 horas, hubo un juego especial donde jóvenes canteranos de Atlas empataron a dos con los chicos del Cuauhtémoc. Los boletos numerados costaron 5 pesos, en la sombra 3 pesos y a pleno sol un peso con cincuenta centavos.
En un periódico local, se pronosticaba una pugna tradicional, donde poco importaba el campeonato, pues lo que estaba en juego era el orgullo. Decían que sería un partido cerrado, disputado, con velocidad de parte de Chivas, con buen toque y técnica para dominar al adversario por parte de Atlas. Desde la XEHL se narraría el encuentro, una exclusiva deportiva se lee en el comercial de una conocida marca de productos para afeitar.
Miles asisten al Parque Oblatos. Porras de uno y otro bando. Las taquillas están rebosantes de dinero, la entrada, superior a los cuarenta mil pesos. Atlas comandado desde la dirección técnica por Eduardo “Che” Valdatti, salta a la cancha con el cuadro titular conformado por Raúl Córdova en la portería, Aldrete, Zetter y Órnelas en la defensa; Guillermo del Valle, Novello; Velázquez, Novo en la media cancha, “Dumbo” López, Mercado y Cubero en la delantera.
Las crónicas deportivas dicen que en el primer tiempo el joven portero Jaime “tubo” Gómez, intervino de manera importante en la salvación del rebaño. Los rojinegros tuvieron su mejor momento en un disparo de Novo, pues estuvieron a punto de abrir el marcador a los 29 minutos con un tiro al ángulo izquierdo de la portería de Gómez, quien se estiró de manera espectacular. El cuadro rojiblanco contestó inmediatamente con un tiro de Balcázar al estrellar el esférico en el travesaño.
Casi al final, cerca del área el ”Dumbo” López filtró un pase largo para Edwin Cubero, que sin marca alguna, tiró muy en lo alto, fallando el disparo, enviándolo hacía las tribunas. Durante todo el primer tiempo, Atlas jugó al borde del área contraria, pero una férreo juego defensivo del Guadalajara, desactivó el peligro de las jugadas del cuadro rojinegro.
En la segunda mitad, cambió el panorama del encuentro. Apenas transcurría el minuto 10 y los rojinegros tenían la oportunidad por medio de una pena máxima de abrir el marcador. En una jugada polémica, el defensa del Guadalajara, Raffles Orozco, quiso despejar un balón dentro del área chica con la cabeza, pero no calculó bien la jugada y la pelota terminó resbalándose por su hombro. Tomó el balón con la mano.
El árbitro Cuate Salceda marcó el penal y desde ahí, inició la polémica. Los jugadores de Chivas protestaron frente al silbante, los aficionados arrojaron objetos a la cancha, pero la decisión estaba tomada. Edwin Cubero tomó el esférico, se dirigió al manchón de penalti, colocó el balón, midió distancia y lanzó un disparo certero en el ángulo izquierdo de la portería defendida por el portero Javier Gómez, quien engañado, se lanzó del lado opuesto. ¡Goooool de Atlas!
El cuadro rojinegro sabía que la victoria los convertiría en campeones, así que decidieron cambiar su estrategia para defender el resultado. Fue en ese momento que la figura de Raúl Córdova cobró importancia, pues de manera valerosa, evitó por todos los medios posibles de un arquero, el paso de la pelota por la línea de gol, resistiendo uno a uno los embates rojiblancos que replegaron al cuadro atlista, obligándolo a defender su portería y salir de vez en cuando al ataque, su mejor valía.
Así, un clásico contra el Guadalajara fue el marco perfecto para que Atlas se coronara campeón de liga profesional. En la temporada 1950-51, Atlas obtuvo el título con un historial de 15 victorias, 6 derrotas y 4 empates. Hizo 30 puntos, con 44 goles a favor y 23 en contra. Sus mejores anotadores fueron: Adalberto “Dumbo” López con 14, Edwin Cubero con 11, Juan José Novo con 7 y José “Chivo” Mercado con 6.
Lo que dijeron los periodistas
“El Atlas es el campeón y nadie que sepa “catar” bien lo que vale y lo que no vale, en el fútbol que popularizaron los ingleses, y que parecen estar olvidando, podrá discutir lo justificado de ese triunfo”, dijo el articulista Ricardo del Río, en el diario El Informador.
“Lo más difícil del fútbol, para un árbitro, es el castigo de una falta con tiro penal. Y es lo más difícil porque, el solo hecho de ver la falta, así sea todo lo clara que ustedes quieran, no deja satisfechos ni a una parte del público, ni al club castigado”.
“El club que sufre el castigo es, en primer lugar, el que más fuertemente arguye que no hubo tal falta. Y así sea todo lo clara que puede ser, el que la cometió se defiende como gato bocarriba diciendo que no lo fue, que el árbitro no vio bien, que la metida de mano no fue intencional, etc”.
“En el caso de la penal de Raffles hay dos bandos que con igual calor sostienen lo que dicen: los partidarios del Atlas, dicen que la penal fue clarísima; que Raffles metió la mano a la bola, en el área penal. Y, los partidarios del Guadalajara, dicen que tocó la bola, ciertamente, pero que no fue con la mano; que fue con el hombro, con el brazo etc. Con todo, menos con la mano”.
“Los aficionados que hayan visto fútbol en los últimos diez años, veinte, treinta o más, podrán recordar que nunca una penal fue admitida por club alguno, como realmente cometida, y justamente castigada. En cada caso hubo protestas del castigado, gritos, empujones y hasta golpes; todo, pero jamás la aceptación de la falta y el castigo. Ademas no todo el mundo puede ver lo que el árbitro ve, ni viceversa. Hay faltas que vio todo el mundo presente en el campo, menos el árbitro; y hay faltas que sólo vio el árbitro, y nadie más, o cuando menos así lo parece” según la columna Don Detalles, artículo editorial del diario El Informador.
*Esta crónica fue publicada originalmente en la revista digital Tiempos de Enfoque, con el titulo “Atlas, a 60 años del título”.