Por: José Antonio Pérez Juárez / Abogado penalista, UdeG
30 de julio de 2018.- En toda la geografía nacional se respira un repudio total a los partidos tradicionales, PRI, PAN y PRD. Nuestro México fue llevado a niveles históricos de impunidad, corrupcion, violencia y desigualdad social. En todo México se advierte una ambigua mezcla de sentimientos de victoria e incertidumbre.
Los mexicanos acudimos a las urnas el pasado primero de julio con la plena convicción de ajustar cuentas con la clase política que nos agobió con infundados impuestos y alzas descomunales en los energéticos, que laceraron los bolsillos de los que menos tienen. Tres sexenios de frivolidad, corrupción y sangre. En cada voto iba el claro mensaje de los mexicanos: no más casa blanca, no más Ayotzinapa, no más impuestos infundados, no más pobreza, no más PRI, PAN ni PRD.
La respuesta del pueblo mexicano fue contundente: un cambio en la ruta de México, del México del hambre, de la pobreza y de la corrupción al México democrático, de libertades, de un nivel de vida aceptable para quienes lo habitamos. La estrategia de los grupos de poder factico fue clara: sembrar miedo al cambio anhelado; nunca pensaron los enjuiciados en las urnas que no existe miedo mayor que no saber dónde quedaron tus hijos, tus padres, tus hermanos y tus amigos.
No hay miedo mayor que no saber cómo vas a satisfacer las necesidades esenciales de tu familia; es mayor el miedo de sentir que al salir de tu casa estás en peligro Ese miedo que sentimos los mexicanos es real, no sembrado, como el que articuló en campaña la mafia del poder.
Hoy la responsabilidad, por mandato popular, recae en Andrés Manuel López Obrador, un hombre tan conocido por sus 12 años de campaña, como incierto por su ausencia de la función pública por ese mismo tiempo. No existe virtud alguna ni humano que la detente, que por sí sola pueda transformar un modelo de Estado caduco, corrupto e ineficiente como el que vivimos los mexicanos al menos por 18 años. No habrá cuarta transformación sin la participación del pueblo de México.
La tarea no terminó en las urnas, más bien comenzó a partir de que el virtual Presidente electo de México tome las riendas de la administración pública. Vendrá la verdad en el escenario en que habremos de vivir los mexicanos. No habrá cambio si no seguimos la tarea; si no demandamos el cumplimiento de la transformación en bien de la patria; si no somos garantes del ejercicio del poder con responsabilidad, y si permitimos, como fue en el pasado, que quienes arriban tuerzan el camino.
Un solo hombre, por líder y talentoso que sea, no podrá cambiar un régimen corrupto e ineficiente sin la participación de todos. Día a día generaremos el cambio; día a día tendremos que velar por que se cumpla lo ofertado. Le estamos dando a López Obrador control total de las cámaras y del presupuesto. Velemos por el uso legítimo de ese poder conferido no por su partido, no por su campaña, sino por mandato popular.
El reto empieza, hagamos nuestro trabajo como ciudadanos responsables, observadores de la ley; defendamos el estado de derecho. El balón está en su cancha; Andrés tiene el mejor equipo, ojalá y él al pueblo de México.