Por: Mariana González*
23 de julio 2016.- La desnutrición, la contaminación del agua, enfermedades como parasitosis e hipertensión así como la exclusión social, podrían ser algunas causas de la alta prevalencia de insuficiencia renal entre los pobladores de Agua Caliente, en el municipio de Poncitlán, de acuerdo con un estudio encabezado por el doctor Felipe Lozano Kasten, investigador del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS).
El equipo de investigadores realizó pruebas clínicas a 300 menores de edad de las tres escuelas del pueblo. De ellos, 170 resultaron con presencia de microalbuminuria, que indica algún nivel de daño renal. Tan sólo en este último mes han diagnosticado cuatro nuevos casos de niños con este mal, entre ellos una pequeña de 10 años, cuyo hermano de 11, ya recibe diálisis.
Todos ellos deben ser atendidos con urgencia por un nefrólogo, sin embargo no acuden al especialista porque carecen de recursos económicos para pagar los 60 pesos por persona que cuesta el transporte que los lleva a Guadalajara.
Pese a que una organización medioambiental asegura que los problemas renales se deben a que los habitantes beben agua de la llave proveniente de un pozo termal con altos niveles de sulfuros, manganeso y coliformes fecales, el académico del CUCS afirma que el problema “es multifactorial” y tiene que ver con un entorno socioambiental que deja vulnerables a las personas desde que son bebés.
El equipo multidisciplinario de investigadores ha encontrado que los menores de edad sufren un alto grado de desnutrición. Al nacer, los bebés tienen asegurado cierto nivel de alimentación con la leche materna. El problema comienza cuando pasan del destete a la ingesta de alimentos sólidos, pues la variedad de éstos es deficiente, explica Lozano Kasten.
“Los primeros alimentos en lactantes son muy pobres. La gente no tiene dinero para comer proteínas de origen animal prácticamente, más que el pescado, que empiezan a comerlo a los tres años. Lo demás son pastas, galletas, poca fruta y caldo de frijoles entre el destete y los cinco o seis años”, afirma.
Esta mala alimentación tiene consecuencias también en sus procesos de aprendizaje. De acuerdo con el estudio en desarrollo, 38 por ciento de los niños estudiados tiene un rezago en el desarrollo, 46 por ciento está en riesgo de tener este tipo de retraso y sólo 16 por ciento tiene un desarrollo normal en cuanto a motricidad fina y gruesa, lenguaje y nivel de conocimientos.
95 por ciento de las familias no usa gas para cocinar, sino leña, que cortan cerro arriba. El camión de la basura tarda hasta un mes en pasar, por lo que los habitantes se ven obligados a quemar sus desperdicios o dejarlos a la orilla del lago de Chapala.
Esta práctica genera que la mayoría de los niños registren altos niveles de plomo en la sangre, según el estudio, en el que además identificaron la presencia de pesticidas y fertilizantes en los menores.
Como las familias se sostienen de las pequeñas cosechas en su parcela, es común que utilicen fertilizantes y pesticidas en sus cultivos de chayote o frijol, los cuales guardan en su mismo hogar, donde en una sola habitación suelen convivir los padres, los niños y algunos animales domésticos o de cría.
“Se genera, a través del humo, una serie de tóxicos que pueden afectar el pulmón o el organismo de unos niños vulnerables que se la pasan pegados a las madres en el fogón y al inhalar ese humo, junto con los tóxicos que ya hay en el medio ambiente, van a tener afectación por su estado nutricional”, dice el académico.
Entre 5 y 6 por ciento de los niños de kínder o secundaria presentan hipertensión y 90 por ciento de los niños en edad preescolar tienen parásitos como amibas y teniasis. Esto último debido a la contaminación de la tierra en la que juegan o mediante la convivencia con cerdos, gallinas o caballos, dice la químicofarmacobióloga Margarita Soto Gutiérrez, investigadora del CUCS.
“Esto les afecta porque, como son niños desnutridos, pueden presentar problemas de concentración. Según las características que vimos, estos niños presentan diarreas y no tienen buena atención en la escuela”, asegura.
Los especialistas afirman que estas condiciones de pobreza y de deterioro de la salud podrían estar sucediendo no sólo en Agua Caliente, sino también en el vecino poblado de San Pedro Itzicán y en las demás comunidades de la ribera.
*Nota publicada originalmente en la Coordinación General de Comunicación Social de la Universidad de Guadalajara