Por: Roberto Estrada (@robertoestrada0)
Tal y como se ha dicho tanto al respecto, la primigenia esencia del arte ha sido la de conjurar los atavismos del hombre, la búsqueda de la trascendencia, los fines estéticos y éticos, así como el entendimiento de lo humano, alejado de la ordinariez de un mero pasatiempo cotidiano, lo cual –lamentablemente, y querámoslo o no– es en lo que cada vez más ha terminado por convertirse el arte.
Vargas Llosa nos recuerda esto en su libro La civilización del espectáculo en donde ensaya acerca de que en el mundo actual ya lo que más se valora es simplemente “divertirse, escapar del aburrimiento”, lo que ha causado una “banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad”, mediante una democratización y trivialización artística: “La cantidad a expensas de la calidad”.
Quizás es por eso que es tan difícil que no sólo las audiencias, sino también los creadores o los intérpretes actuales, neciamente no entiendan cuánto tiene que ver el arte con la vida misma y cuán vital es asimilarlo para el autoconocimiento.
A partir de este tema, es grata la charla con el violinista Arón Bitrán, uno de los fundadores del Cuarteto Latinoamericano, quienes el próximo 22 de marzo cumplen 35 años de formación, y que el día anterior, el 21 de marzo, ofrecerán un concierto en el Teatro Degollado a las 21:00 horas, a través de Cultura UDG.
¿Qué han significado estos 35 años de carrera?
Ha sido un viaje maravilloso. Nos cuesta creer que ya pasó tanto tiempo. Cuando miramos hacia atrás, ha sido una aventura que hemos compartido los mismos cuates estos años, muy intensa y un aprendizaje enorme, no sólo en lo musical, sino también en el aspecto humano. Cómo lograr que en un grupo que trabaja de manera tan cercana y tan intensa no se desgasten las relaciones humanas, cómo seguir siendo democráticos, tolerantes, escuchando a los demás, aprendiendo a criticar y ser criticados, de buena fe. Todos estos aspectos de la convivencia humana que no son fáciles, pero que son imprescindibles si un grupo quiere durar y prosperar. Ha sido un aprendizaje para todos, que hemos intentado también aplicar en nuestras vidas personales. Es un poco un modelo perfecto de lo que es la democracia: no hay un jefe, no hay una voz que mande, todo tiene que decidirse por consenso o por votación. Entonces todo esto que desconocíamos hace 35 años lo hemos ido aprendiendo en el día a día y ha sido apasionante.
Esto es lo que los ha hecho mantenerse juntos, nunca ha habido cambios en los integrantes de la agrupación.
Sí, ese es el mérito de haber aceptado que esto es difícil, que íbamos a tener malas experiencias, que iba a haber momentos tensos, álgidos, pero que en el fondo lo que buscamos es que el grupo siga y que toque cada vez mejor, que podamos continuar viviendo de lo que tanto nos gusta hacer.
El concierto en Guadalajara contempla obras de Henry Purcell, Wolfgang Amadeus Mozart y Maurice Ravel, además de una del compositor mexicano Eduardo Angulo. Lo que da “un panorama muy amplio, y con tres músicos huéspedes invitados, que nos acompañarán en las obras de Angulo y Ravel”. Estos instrumentistas son el flautista Miguel Ángel Villanueva, la arpista Janet Paulus y el clarinetista Manuel Hernández.
Las piezas en cuestión son el Cuarteto en Do mayor para flauta y trío de cuerdas K. 285b, de Mozart, Septeto de Angulo, Dos fantasías (para cuarteto de cuerdas) de Purcell e Introducción y allegro (para septeto) de Ravel.
¿Musicalmente qué nos ofrecen con este programa?
La vigencia del cuarteto de cuerdas como género instrumental. Los compositores desde Purcell hasta nuestros días siguen apasionados por esta combinación, que aparentemente es tan austera, tan sencilla, pero que ha dado interés y tan buena música. No hay un sólo compositor importante en la música occidental que no haya probado suerte con un cuarteto de cuerdas, y algunos han dejado ahí, quizás lo mejor de sus obras. Tenemos ciclos de cuartetos como los de Beethoven, Bartók, Shostakóvich o Villa-Lobos, que son obras monumentales.
En particular en este programa hay que recalcar que la obra de Purcell fue escrita para cuarteto de cuerdas, pero no como lo conocemos hoy en día: dos violines, viola y violonchelo, sino para cuatro violas da gamba de registros diversos. Este cuarteto, es un antecedente del cuarteto moderno que es el que surgiría cien o ciento cincuenta años después, con la combinación ya como hoy la conocemos.
Después tenemos a uno de los cuartetos con flauta de Mozart. Él escribió cuatro cuartetos para flauta y cuerdas, bellísimos. Luego una obra maestra de la música de cámara que es la Introducción y allegro de Maurice Ravel, para cuarteto de cuerdas, flauta, arpa y clarinete. Obra extraordinaria con maestría tímbrica y colorística, y de emociones que el gran Ravel sabía transmitir. Después con esa misma instrumentación el compositor Eduardo Angulo, creó una obra muy bella, el Septeto en tres movimientos, siguiendo el modelo de instrumentación de la obra de Ravel.
El resultado total es una paleta de sonoridades riquísima y muy atractiva para el público.
Aparte de ser ejecutantes, también su preocupación es la de formar músicos en México.
Sí. Desde que el cuarteto se inició, los cuatro hemos sido maestros en diferentes escuelas. Pero ya desde hace algunos años, con apoyos del FONCA, hemos promovido los seminarios para cuartetos de cuerda, los cursos, los talleres, y recientemente hace apenas un mes, un concurso nacional de cuartetos que se efectuó en Monterrey. Quedamos contentos con la calidad y cantidad de los grupos que se acercaron. Nos ha preocupado desde hace mucho el hecho de que cuando el Cuarteto Latinoamericano no esté, no haya cuartetos de cuerda en México. Es un género maravilloso, con un repertorio fantástico, y hemos hecho lo posible por estimular e impulsar a los jóvenes cuartetos mediante los talleres, pero también con el ejemplo de que la música de cámara es una opción de vida para un músico profesional, que se quiera dedicar a ella. Antiguamente se pensaba que un músico podía ser simplemente músico de orquesta o maestro o solistas unos pocos privilegiados. Nosotros hemos querido hacer ver esta cuarta opción como viable, con nuestro ejemplo, y hay jóvenes hoy en día que ya lo ven así, que ya se imaginan que lo que les gustaría profesionalmente es tocar en un cuarteto de cuerdas.
¿Es difícil hacer este tipo de música en el país?
Sí, mucho, por varias razones. En primer lugar por lo que ya comentaba de la convivencia humana. En segundo lugar es música difícil, que requiere un nivel técnico de los cuatro integrantes muy consolidado, mucha paciencia y muchas horas de trabajo para inventar proyectos, para salir a vender el producto. Hablando de mercadotecnia, nadie irá a buscarte a tu casa para contratarte, y esto muchas veces los jóvenes que salen del conservatorio no lo tienen tan claro. Audicionas en una orquesta, te ganas una plaza y pues ya tienes un sueldo asegurado de por vida. Si quieres ser músico de cámara no hay ese mecanismo, tienes que estar día a día inventando y trabajando, para generar proyectos e ingresos.
¿Es más complicado hacer música de cámara que orquestal?
Bueno, son dificultades diferentes. El hecho es que se está más expuesto. Lo que hace un músico de cuarteto se oye más, y cualquier error o problema se hace muy evidente. En las orquestas al menos en las secciones grandes, en las de cuerdas, hay posibilidad de esconderse un poco, cosa que no debiera ser, pero sí ocurre. Pero tocar en una orquesta tampoco es nada fácil, porque tienes que seguir las órdenes de un director estrictamente, estés o no de acuerdo con la idea musical de la persona con la que tienes que tocar. Es otro tipo de dificultad.
¿Y el público está más o menos preparado para los cuartetos o para las orquestas?
A priori es más atractivo para alguien que no ha oído música de concierto una orquesta, simplemente por la variedad y la riqueza tímbrica y el volumen del sonido. Pero yo recalco el hecho de que la música que han dejado muchos compositores para cuarteto es quizá lo mejor de su producción. Entonces no hay que tenerle miedo a la austeridad del medio: dos violines, una viola y un cello; es un grupo pequeño, con timbres más o menos parecidos, pero esto mismo hace que la concentración y la profundidad del pensamiento musical sean sublimes. Y la gente cuando va a los conciertos de cuarteto sale fascinada y sorprendida de la variedad de emociones que se pueden comunicar con este conjunto aparentemente tan austero.
¿Hace falta una mayor difusión de la música de cámara en México?
Sí. Para nosotros sería ideal que cada comunidad del país, desde las ciudades grandes hasta las más pequeñas tuvieran su temporada de conciertos, su propio grupo residente. Tenemos tantas ciudades y tanta riqueza en nuestro país de comunidades, pero a muchas de ellas la música clásica no llega prácticamente o es inexistente. Hay festivales importantes en algunas ciudades, hay temporadas de orquesta en muchos lugares, pero la gran mayoría de nuestro país no tiene la posibilidad de conocer ni de disfrutar de estas grandes creaciones del espíritu humano de todos los tiempos.
¿El que hayan ganado en dos ocasiones el Grammy Latino les ha ayudado a ustedes a hacer su labor a una mayor escala?
Sí pudo lograr dar una mayor visibilidad. Yo no podría cuantificar si desde que ganamos el Grammy tenemos más trabajo o no, pero sí más visibilidad, y supongo que esto de alguna manera incide en que haya más gente interesada en invitar al grupo, porque sí genera, en la prensa y los colegas mucha emoción el hecho de ganarlo, y a nosotros también por supuesto. Es un premio muy edificante porque lo dan los propios colegas, los que votan son los músicos, compositores, productores.
Después de 35 años, ¿cuáles son los retos en el futuro para el Cuarteto Latinoamericano?
Uno sólo, que es seguir tocando bien y realmente cada vez mejor. Ya no estamos tan chavos, empezamos esto cuando andábamos en los veinte, ahora ya estamos todos bordeando los sesenta, hay una gran diferencia, pero todos nos sentimos muy bien. El reto es mantenernos físicamente bien y tocar hasta que veamos que la calidad empezó a declinar, que esperemos falten muchos años. Todo lo demás, los conciertos, las giras, las grabaciones es producto de esta postura. Mientras estemos tocando bien, las cosas continuarán pasando y seguiremos disfrutando. Queremos que esto ocurra por muchos años y por eso nos cuidamos y nos mantenemos estudiando muchísimo.
¿Ya hay relevos en el caso de que a alguno de ustedes ya no le sea posible o decida no tocar más?
No. El cuarteto somos nosotros, y el día que alguno no pueda o no quiera ahí se acaba. Eso lo tenemos muy claro; no habrá sustitutos del Cuarteto Latinoamericano.