Por: Hector Guerrero (@mexhector)
09 de noviembre 2016.- La tarde de ayer se abrieron las puertas del salón de eventos y fiestas ubicado en la parte trasera de un popular restaurante en la plaza principal de Ajijic Jalisco, una comunidad ribereña del Lago de Chapala donde viven cerca de 12 mil ciudadanos estadounidenses, haciendo de esta la comunidad más grande fuera de su país.
Uno a uno iban llegando a presenciar y seguir de cerca los resultados de la elección histórica que en su país disputaban Hillary Clinton por la corriente Demócrata, y el magnate Donald Trump, por los Republicanos.
La particularidad aquí era que todos los ciudadanos norteamericanos que se daban cita en el lugar eran demócratas esperando un cerrado pero contundente triunfo de su candidata, posiblemente con la misma esperanza que el resto de los mexicanos.
Cerca de las 7 de la noche todo estaba listo para comenzar a recibir los resultados que darían paso a la fiesta: tres pantallas gigantes anunciaban uno a uno los estados y su ganador.
En las mesas y paredes del salón colgaban un letrero en español. “Juntos Podemos”, y uno en inglés. “Yes We Can”. En las alturas colgados del techo estaba lista un red de globos que caería sobre los jubilosos retirados mientras bailarían celebrando el triunfo de la primera mujer presidente en la historia de la unión americana .
Pero a las 21 horas, cuando el candidato Republicano aventajaba a su rival con más de 47 votos efectivos y despuntaba en las proyecciones de los estados que estaban por terminar sus conteos, los estadunidenses comenzaron la retirada.
Uno a uno fueron saliendo sin ese aire de júbilo y esperanza. Esta vez la retirada a su hogares era en silencio y sin llamar mucho la atención. Algunos optimistas comentaban que faltaba el recuento de California y que con eso iban a empatar, aunque otra voz más sensata argumentaba la realidad: "todo se decidirá más adelante con estados más pequeños".
A las cero horas, ya del 9 de noviembre, Trump llevaba 138 votos efectivos y Clinton 109, contando ya los esperanzadores votos californianos.
Pero más temprano se había definido Florida, la derrota de uno y la victoria del otro parecía inefable. En ese momento el salón lucía ya prácticamente solo. Apenas una mesa con dos buenos amigos al fondo a la izquierda, mientras que a la derecha tres mujeres platicaba con voz muy baja.
Al centro del salón, en una mesa departían periodistas locales que seguían atentos los resultados. El pequeño grupo se exaltaba cada vez que el noticiero de Atlanta anunciaba en sus pantallas “Key Race Alert”, con una nueva noticia sobre las elecciones. En el último rincón un hombre mayor abrazaba a su mujer mientras terminaba su cerveza.
A las 1 de la mañana Larry Phil, miembro de los organizadores del evento en Ajijic, mientras doblaba su bandera estadounidense me dijo una frase para su propio consuelo: "estoy tan contento de vivir en México".