Por: Jorge Gómez Naredo (@jgnaredo)
Entras y hay mucha tierra. Como un lugar abandonado. Pero caminas unos pasos y el paisaje se transforma radicalmente: el verde comienza a llenarlo todo; hay jardines y fuentes y un puentecito muy pintoresco que cruza algo así como un canal de agua. Parecería que cambiaste de ciudad, que estás en otro lugar que no es Guadalajara. Ahí, en ese parque con canales de agua y mucho verde, la pobreza de afuera, los problemas de afuera, las carencias de afuera, como que se diluyen, como que desaparecen. Aquí, en este paraíso citadino llamado “Traslomas”, se celebra el segundo foro “ciudadano” que organizan el PAN, el PRD y MC.
En medio del parque, rodeado por canales de agua, hay una gran carpa. Al centro de ésta hay un círculo de madera que sirve como templete, y encima, una mesa redonda y unas sillas acolchonadas. También hay micrófonos, de esos que son muy caros, y como siete tabletas que marcan todas el número 10:00. Rodeando ese círculo que es como un escenario, están cuatro tribunas de aluminio. Cabrán en cada una algo así como cien personas.
Son las ocho y media de la mañana y las tribunas están vacías. A las ocho y media, se suponía, debía iniciar el foro “ciudadano” del Frente “ciudadano”. Pero la gente no llega. Los organizadores como que corren de un lado para otro. Hacen llamadas. Hablan entre ellos. Se miran con cierta desesperación. Varios reporteros locales, que llegaron muy temprano, miran cómo la gente no arriba a este “paraíso ciudadano”. Hay preguntas, hay dudas. Por eso los organizadores informan rápido: lo que pasa es que el foro comenzará a las nueve. No es que no llegue la gente, es que la hora de inicio es otra.
Pasan los minutos y pronto ya son las nueve. Y la gente no llega. Las tribunas se siguen mirando completamente vacías.
El funcionariado
Quienes llegan no son gente, digamos, de calle, de a pie, “ciudadanos” que no hacen política tradicional o que la hacen fuera de los partidos políticos. Tampoco arriban los de la sociedad “civil organizada” ni académicos ni miembros de movimientos sociales. No, quienes llegan son en su mayoría funcionarios de los ayuntamientos gobernados por Movimiento Ciudadano. Hay regidores, diputados, secretarios, directores de áreas, y gente que asesora a esos regidores, a esos diputados y a esos directores de área. Hay alcaldes y aspirantes a presidencias municipales, senadurías y gubernaturas. También están, haciendo bola, los muchos integrantes de las empresas que llevan la comunicación de MC en Jalisco.
Menos numerosos, están los miembros más encumbrados del panismo y el perredismo locales. Todos se saludan, se abrazan, echan risotadas. Sonrían siempre. Se ven felices.
Los integrantes de los distintos partidos se saludan con mucha euforia. Están ahí todos juntos, gente del PAN, del PRD y de MC, muy llenos de buena vibra, muy con regocijo, muy como si no hubiera diferencias, como si las ideologías no separaran, como si las corrupciones de unos y de otros no fueran impedimentos para que estuvieran muy contentos y muy con ganas de cambiar al régimen. Aquí no hay críticas, no hay manotazos, no hay miradas de “no me caes bien”, no hay periodicazos. Aquí todo es amor y paz. Todos conviven como iguales, como hermanos, como un sólo ente.
Aunque, para decirlo claro, quien lleva la mano en este foro “ciudadano” en Jalisco es MC. Se nota. Los cuadros de este partido político están más presentes: su gente es la más acogida, y sus liderazgos son los que van más acompañados, los que llevan más asesores siguiéndolos. Son los que sonríen más. Además, son los encargados de que el evento se celebre con “éxito”.
Pero a pesar de la llegada de varios liderazgos del PAN, PRD y MC, el evento no comienza porque no se llena. Ya son las nueve y media, y las tribunas siguen vacías. Y las sillas también: este lugar tan lindo, tan ciudadano y tan vacío.
Al foro “ciudadano” celebrado en Jalisco, los de MC le pusieron un toco muy “tapatío”. Por eso desde las ocho de la mañana y hasta que inició el evento, a eso de las 10:20, hay música de Maná, el grupo de pop que nació en la capital de Jalisco.
Maná. Maná. Y más Maná.
Como a las nueve y cuarenta, empezaron seguiditas las canciones más “revolucionarias” de esa banda de pop. Se escucha el “pobre niño de la calle”… Incluso suena la de los “desaparecidos”, un cóver que hizo Maná de una canción de Rubén Blades. Qué cosas más raras: como fondo, la canción de los “desaparecidos” mientras la gente espera a que llegue los líderes del PAN, ésos que gobernaron durante 12 años al país y que incrementaron los índices de desapariciones, ésos que hicieron de esta nación una nación de llanto y de sangre.
El acomodo
Además de la gente del PAN, del PRD y de MC, llegan contingentes de la Universidad de Guadalajara. Hay muchos líderes y ex líderes de la Federación de Estudiantes Universitarios, y algunos funcionarios de esa casa de estudios. Y es que no es para menos: uno de los oradores es nada más y nada menos que el ex rector de esa casa de estudios, Raúl Padilla López, quien además tiene una muy alta influencia en el PRD local (es así como su dueño).
Todos se saludan muy amablemente. Las sonrisas son tantas y tan fuertes que uno se siente como avasallado. Aquí no hay diferencias ideológicas. Aquí no hay ni izquierdas ni derechas. Aquí no hay corruptos y no corruptos. Aquí no hay impunidad ni castigos pospuestos ni cola que pisar. Aquí todos son iguales. Aquí todos se purifican en aras de cambiar al “régimen”. Lo demás, no importa.
Pero no todo es felicidad: algunos se quejan, aunque en voz baja. Los sacaron de sus oficinas con aire acondicionado para meterlos en unas tribunas de aluminio. Un funcionario de Guadalajara le dice a otro que no se vale, que es imperdonable, que es inadmisible que los escalones de esas tribunas estén tan altos: “se me van a chingar las rodillas”, le dice, indignado, a su compañero funcionario.
Conforme se hace tarda, la gente va llegando len-ta-men-te. Ya son pronto las diez, y aunque está todo un poco más lleno, no deja de estar vacío.
Hay funcionarios públicos que no quieren hablar con la prensa. Y por eso esperan a que el evento comience, para escabullirse y no tener que ser cuestionados por reporteros preguntones. Así lo intenta hacer Ricardo Anaya, pero los reporteros lo ven y ahí van a preguntarle de las alianzas y de quién será el candidato del PAN a gobernador de Jalisco.
El que sí logra escabullirse es Enrique Alfaro, presidente municipal de Guadalajara por MC y aspirante a la gubernatura de Jalisco por ese partido y quizás por el PAN y por el PRD. Llega como diez minutos después de iniciado el evento. Previamente había mandado a unos asesores o achichincles a que les apartaran lugar. En cuanto él arriba, el asesor achichincle deja el lugar y Alfaro se sienta.
Esto es una práctica muy común. Como que está de moda. Llegan estas personas y se quedan sentadas ahí media hora, una, dos, las que sean necesarias. Y en cuanto les dan la orden, se levantan para que el jefe o la jefa se sienten. Son “apartalugares” de eventos políticos…
A las 10:20, casi dos horas después de la hora señalada para iniciar el evento, apenas el foro va teniendo “vida”. Los organizadores han logrado solucionar el problemita: y es que con sus llamadas, trajeron al mayor número de funcionarios para que llenara los espacios vacíos.
Como en televisión
La presentación del evento está a cargo de la joven Paulina Hernández, de Mexicanos Primero, sección Jalisco. Porta un micrófono de diadema y eso le permite mover sus manos con soltura. Parece un concierto, y ella, una artista dominando su escenario. Da vueltas mientras lee en unas hojas su discurso, el cual está lleno de palabras muy sentidas y muy llegadoras. Dice que qué bueno que haya políticos que escuchen a los ciudadanos, que este foro es una cosa jamás vista en México, que los dirigentes del PAN, PRD y MC son todos personas honorables y sensibles, y que la sociedad, en estos foros, se expresa. Que aquí, en este lugar tan lindo, está el sentir de los ciudadanos. Da vueltas por el escenario. Tiene dominio de él. Sus voz afirma: “nosotros, los ciudadanos…”
Paulina Hernández, presidenta en Jalisco de la organización civil Mexicanos Primero, se va a sentar después de la presentación que hace del foro. La gente la felicita. Durante todas las charlas que continuaron, ella, que pidió que escucharan a los ciudadanos, que presumió el evento como algo jamás visto en México, estuvo pegada a su celular. Mandaba mensajes de WhatsApp, actualizaba su Facebook, reía, googleaba y no miraba ni al escenario ni a quienes hablaban. Solamente salía de su relación absorta con su celular cuando escuchaba los aplausos. Era ahí que dejaba su aparato, aplaudía y sonreía. Después, de nuevo a su celular…
El localito de los más importantes
En una esquina, al lado de donde están muchos chicos con cámaras y computadoras que se encargan de llevar las redes sociales del evento, de MC y de buena parte de los funcionarios de las alcaldías de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tlajomulco, está como una choza de plástico blanco. Es el localito de la gente más importante. Y es que ahí llegan alcaldes, diputados, presidentes de partido y los “ciudadanos” que hablan en el “foro”. Ahí se esconden para que no lleguen los de la prensa. Cuando su turno llega, salen. Y al salir, sonríen, se toman fotos, abrazan, dan palabras de aliento.
La gente en las tribunas, al iniciar el foro, comienza a escuchar lo que dicen los “ciudadanos” que hablan en la mesa redonda. Pero pasan dos minutos y la atención desaparece. Al lado mío, un señor que tiene cara de jefe de departamento de una oficina gubernamental se comienza a dormir. Hay unos que bajan, y se alejan un poco para platicar de “política”. Los “ciudadanos” hablan en la mesa, y ellos, los que “vienen a escuchar”, están ahí, reflexionando sobre qué puesto sigue.
Hay algunos que toman su celular, captan fotos y la suben a las redes sociales. Como una especie de “asistencia”. Todos platican, unos en voz baja y otros no tanto. Solamente algunos prestan atención, pero son pocos, muy pocos. Casi nadie.
Mientras tanto, en el estrado, donde está la mesa redonda, los dirigentes del PAN, PRD y MC tratan de disimular sus caras de hartazgo y flojera. Llama la atención la de Dante Delgado: hay un momento en que está a punto de caer dormido, pero sacando fuerza de no se sabe dónde, logra componer la figura y poner cara de intelectual que presta atención a un discurso interesante.
Alejandra Barrales, del PRD, es un poco más discreta. Cuando bosteza, trata siempre de ponerse la mano en el rostro y agachar la cabeza. Ella acomoda constantemente sus hojas y como que apunta todo lo que dicen los “ciudadanos”. Después hace su cara de seriedad, y es tan impenetrable ésta que uno no sabe si está pensando en “los problemas más importantes de México” o si está reflexionando sobre posibles mejoras en su departamento de Miami.
Ricardo Anaya se cuece en otro costal. Su dedicación en mantener la misma sonrisa por varias horas es impresionante. Digna de alabar. Y es que el dirigente del PAN jamás deja de sonreír. Parecería que esa sonrisa suya la trae tatuada en el rostro. Hable él de cosas buenas o malas, escuche él cosas buenas o malas, Anaya siempre regala una misma sonrisa. De admirar. Parece un muñequito.
En las tribunas la gente bosteza. Platica. Mira celulares. Y entonces, a los pocos minutos de iniciado el foro “ciudadano”, comienza lo que podríamos llamar “operación fuga momentánea”.
Funcionarios les hablan a sus asesores-achichinqules para que se sienten en el lugar en donde estaban y no se vea vacío el foro. Regresarán cuando se acabe todo, porque el besar manos, el apretar espaldas y las sonrisas son siempre importantes. Sí, las presencias adecuadas y las sonrisas constantes pueden significar cargos públicos.
Uno sale del evento, y los ciudadanos están ahí, con sus autos súper lujosos, con sus guaruras, con sus asesores haciendo cola para recoger las camionetas gigantes que el valet parking ha estacionado. Sí, uno sale de ahí y no puede decir otra cosa que no sea: ¡qué foro tan ciudadano…!