Sierra huichola en Mezquitic. Imagen de Google Earth

Niños para sembrar amapola, práctica común en la sierra huichola

Por: Redacción (@reversomx)

17 de junio de 2016.- En la zona norte de Jalisco, en las comunidades rurales de Tuxpan de Bolaños, sierra que habita el pueblo wixaritari (huichola), hay una época del año, entre octubre y abril, donde el ausentismo escolar es notorio. Los menores de edad cambian la educación para transformarse en mano de obra barata en el cultivo y rayado de amapola.

Juan Carlos G. Partida, periodista de La Jornada, fue a documentar como en esta región alejada de la capital de Jalisco, con escasa actividad económica, los habitantes tienen muy pocas alternativas para salir adelante, y es el narcotráfico el que viene a aliviar la falta de empleo.

No muy lejos de esa telesecundaria, un profesor con 30 años de experiencia, ya jubilado, quien pide el anonimato, explica al periodista que el problema del ausentismo por la labor en las plantaciones de amapola no es nuevo, data de hace 10 años.

En el reportaje, que aparece en el diario La Jornada, da cuenta como un indígena de 12 años, del albergue ubicado en la primaria de Tuxpan de Bolaños, quien parece de ocho por su estatura y complexión, afirma que durante la época de rayado y cosecha de la adormidera varias camionetas pasan por las comunidades recogiendo niños, jóvenes, hombres, a quienes ofrecen de 150 a 200 pesos diarios de salario.

La mano de obra es desperdigada por cerros y hondonadas en los campos amapoleros que, por lo general, siempre están cercanos a algún cuerpo de agua, indica el periodista Juan Carlos G. Partida.

Es tan habitual esta labor para los huicholes, que muchas madres suelen preparar un refrigerio –tortillas de maíz morado, frijoles y a veces huevos cocidos– para que sus hijos puedan comer durante la larga faena.

Los indígenas tienen miedo de hablar. Pero hay coincidencia en los testimonios que afirman que el Cártel Jalisco Nueva Generación es el que fomenta la compra de la goma de opio, el que renta tierras para esos sembradíos y el que la trafica.

El Chapo (Joaquín Guzmán Loera) estuvo aquí. Tenía poco que se había fugado (en 2001 de Puente Grande, Jalisco). Llegó a esta sierra y estuvo con nosotros, que si le dábamos chance de vivir por ahí en un cerro donde hizo un campamento con su gente. A mí me tocó saludarlo”, relata un adulto mayor en la sierra del norte de Jalisco, entre Mezquitic y Bolaños

“Uno de esos días El Chapo llegó hasta la (Carlos) Rivera Aceves y le dio tanta lástima ver la pobreza de los niños que iban a la escuela, que los formó y comenzó a repartir 200 pesos a cada uno”.

Su relato, coincidente con otros testimonios de huicholes de la zona que recuerdan el episodio de la escuela, es que Guzmán Loera se instaló en un campamento con tienda de campaña en lo más intrincado del bosque y que en esos ocho días tuvo varios encuentros tratando de convencerlos de que lo dejaran quedarse en el sitio a cambio de pavimentar y construir viviendas.

El reportaje de La Jornada agrega que durante ocho días de 2001, los huicholes fueron asolados por Los Zetas, grupo criminal que entonces controlaba el trasiego de mariguana desde Nayarit hasta Zacatecas pasando por la sierra del norte jalisciense.

“Levantaron y desaparecieron a varios huicholes, pero ninguno habló. El Chapo se dio cuenta de lo que pasaba y prefirió retirarse para no causar más problemas. Un día vino uno de su gente a despedirse; agradeció en nombre de su patrón, dijo que estuvieron a gusto y se fueron”, rememora el entrevistado por Juan Carlos G. Partida.

Hoy, según algunos lugareños, la asociación entre los cárteles Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, se puede constatar con el control que mantienen en Tuxpan de Bolaños y San Martín de Bolaños.

Cultivadores de amapola coinciden en señalar que la goma se las compra gente del cártel Jalisco Nueva Generación, que después la envía al de Sinaloa para convertirla en heroína y luego enviarla a Estados Unidos.

Otra parte del reportaje de La Jornada puede consultarse PULSANDO AQUÍ