Por: César Octavio Huerta (@zorrotapatio)
27 de agosto 2016.- Después hablar solamente bondades del neoliberalismo durante su ponencia sobre la legalización de las drogas, el ex secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, rehuyó emitir una posición sobre el papel que el neoliberalismo ha jugado en la expansión del narcotráfico. Tampoco precisó si era necesario modificar este modelo económico en el país.
Ante el cuestionamiento expreso de Reverso sobre si él veía necesario cambiar el sistema económico actual para que las personas pudieran escalar socialmente y así evitaran enrolarse en actividades relacionadas con el crimen organizado, Aspe Armella se fue por la tangente y respondió cuestiones relacionadas con la “libertad”:
"Yo creo que el tema más importante se da en relación a lo que la Suprema Corte juzgó, de que en el ámbito personal y mientras no afectes a terceras personas, el consumo se podía llevar a cabo. Y yo creo que ese es el aspecto más claro, liberal, de que el Estado no quiere interferir sobre la decisión de un adulto de si toma o no cierta droga, mientras y sí sólo sí, afecta a otras personas".
Del narcotráfico, de la pobreza, y de la fábrica de miseria que ha significado el neoliberalismo en México, Aspe no dijo nada. Calló.
En su intervención dentro un debate en el que compartió opiniones con el ex secretario de salud, Juan Ramón de la Fuente, el ex secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, el ex secretario de Gobernación, Fernando Gómez-Mont y el rector de la Universidad de Guadalajara, Tonatiuh Bravo Padilla, Pedro Aspe comparó la prohibición de las drogas con la restricción que había en los años ochenta a las importaciones.
Recordó que él, desde la subsecretaría de Programación y Presupuesto en el gobierno de Miguel de la Madrid, eliminó impuestos que protegía al mercado interno. Se jactó que, con esa “pequeña medida”, abrió las puertas al Tratado de Libre Comercio y a la implantación del sistema neoliberal en México.
"Grandes reformas que hemos vivido empezaron con pasos muy pequeños. Hace muchos años teníamos el cien por ciento de las importaciones de México sujetas a permisos previos. Y decíamos, ¿Cómo vamos a empezar el cambio? ¿Podemos legislar muchos detalles? No. Empezamos con un cambio muy pequeño: vamos a cambiarlo a arancel. Yo era un joven subsecretario que creía en el libre comercio como sigo creyendo y que decía, ‘tenemos que ver de qué tamaño es la producción’. Y decían, no, no, no, se nos va a venir la avalancha de importaciones. Y decíamos, bueno, ¿cuánto estarías dispuesto a aceptar de arancel? Menos de 500 por ciento no. Entonces, todo mundo del equipo de los liberales decían, qué horror y alguien dijo afortunadamente, ‘no está mal, a la mejor es lo que necesitamos, tener 500 por ciento de producción para que se vea el nivel de poca competitividad que tenemos’”.
“Miguel de la Madrid aceptó que cambiáramos con unos aranceles de pena, 610, 730, cambiar de permiso previo a arancel. Se empezaron a bajar, a bajar y a bajar. Platicábamos con el productor de refrigeradores: ¿Por qué necesitas un arancel de 500, qué haces, qué tan malo eres para producir esto?. [Y respondían] La verdad es que aguanto uno más bajo, pero no le vayan a bajar mucho".
“Con esa pequeña decisión de haber sustituido permisos previos por arancel de 720, empezamos a ver cómo podíamos regular y eventualmente cómo podíamos entrar al GAP y hacer un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Canadá y ver que en muchísimas áreas éramos tremendamente competitivos y qué arancel necesitaba el sector. [Y resultó que no precisábamos] ninguno”.
“Quítame los aranceles, si lo que quiero es que fuerces a los del norte a los que quiten los suyos para que podamos exportar. Y ahora vean lo que hemos ganado en exportación de manufacturas y hasta nos critican por tener superávit con ellos [decían después los productores]. Todo empezó con un cambio, no a la prohibición de las importaciones".
El ex secretario de Hacienda en el gobierno de Carlos Salinas señaló que es necesario reconocer los errores pero también dejar de mirar al pasado para ver a quién vamos a culpar por lo que se ha hecho mal en el tema de las drogas.
"Debemos acostumbrarnos a reconocer los errores, lo hemos hecho mal. Francamente es una mala política pública, prohibicionismo y policía, lo debimos haber pensado antes pero está mal. Ya no veamos para atrás a quién vamos a culpar, sino digamos, terminemos con el prohibicionismo legislando, empezamos a legislar cosas muy generales para que después los médicos nos vayan diciendo cómo debemos ir avanzando”.
Aspe afirmó también que la prohibición de las drogas ha sido un fracaso porque ha subido el consumo y la producción, por lo que se manifestó a favor de echar abajo las restricciones para dar paso a una regulación de las drogas.
"La prohibición ha sido un fracaso porque ha subido el consumo, ha subido la producción y no sirvió de nada. Tenemos que dejar ese esquema y pasar a ver incentivos [...] No se lo dejemos a la policía, hagámoslo un asunto de salud pública y de política pública, dejemos que los médicos nos digan qué dosis, a quién no se puede distribuir y los médicos entienden muy bien esto, el mejor esquema que hemos visto es el éxito con el consumo del cigarro".
Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, (1988-1994) Pedro Aspe Armella, fue uno de los principales impulsores del neoliberalismo, el modelo económico que a pesar de los cambios en el poder, sigue vigente en México.
Aspe Armella fue quien autorizó la privatización de los bancos en 1982 a empresarios mexicanos para, según él, conformar un sistema financiero más eficiente y competitivo, alentar la inversión, impedir la concentración de la riqueza y asegurar que la banca quedará en manos de mexicanos.
Por la venta de los 18 bancos a especuladores bursátiles sin experiencia, según lo documentó el periodista de La Jornada, Roberto González, el gobierno mexicano recibió 12 mil 500 millones de dólares en 1992. La factura de esta decisión tomada por Aspe Armella llegó años después, pues en la crisis de 1995, el gobierno de Ernesto Zedillo rescató a los banqueros y convirtió sus pasivos en deuda pública a un costo de 85 mil millones de dólares. Años después la banca nacional pasó a manos de extranjeros.
A Pedro Aspe se le recuerda también por ser el secretario de Hacienda que le quitó los tres ceros al peso como una medida para contener la devaluación de la moneda y subastó a precios módicos 400 empresas públicas, entre ellas Telmex y Mexicana de Aviación.
En ese mismo sexenio, Carlos Salinas realizó una modificación a la ley minera en la que abrió las puertas a la inversión extranjera. Desde entonces, el 70 por ciento de las concesiones, que suman 92 millones de hectáreas en el territorio nacional, están en manos de extranjeros.
Con la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Salinas comenzó el desmantelamiento del campo mexicano, pues al permitir la importación de productos y alimentos, puso a competir de manera desigual a los campesinos con sus similares extranjeros (los cuales son, en su mayoría, apoyados por sus respectivos gobiernos). Antes del acuerdo, el país importaba el 19 por ciento de los alimentos; hoy tiene una dependencia del 42 por ciento.
En junio de este año, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, durante una conferencia en Madrid, se olvidó de ser el artífice del neoliberalismo en México y señaló que ese sistema “sólo propone abusos en el mercado para el individualismo posesivo”. A unos meses de distancia, Aspe Armella, uno de sus más cercanos colaboradores, prefirió no emitir ningún posicionamiento e ignorar el cuestionamiento sobre el modelo del que es uno de los principales impulsores en México.