Por: Jorge Covarrubias (@vivalitos)
La idea -por demás trillada- de pensar que Guadalajara se convertirá en el centro de atracción para el turismo internacional con sólo abrir la billetera, resulta tan fantasiosa como los cuentos de Hansel y Gretel o esas cadenas milagrosas de oración que prometen traer al instante abundancia en dinero y salud si son compartidas en redes sociales.
El cuento viene a colación por el anuncio reciente del gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz de traer a Guadalajara el siguiente año el Lollapalooza, uno de los más festivales más importantes del mundo en el ámbito musical, pero a costilla de utilizar 30 millones de pesos del dinero de los ciudadanos en un año que se ha pronosticado con fuertes recortes al gasto público y nulo crecimiento económico.
Semejante despropósito sólo es comparable con las ocurrencias de su antecesor, el panista Emilio González Márquez, quien durante su sexenio se acostumbró a patrocinar con recursos públicos los negocios, gustos y frivolidades más personales de su círculo cercano. Ahí están para objeto de un recuerdo vergonzoso los millones de pesos invertidos en la producción de una telenovela de Televisa; los apoyos a deportistas como la golfista Lorena Ochoa, el corredor de autos Sergio Pérez, el pugilista Saúl “Canelo” Álvarez, (sólo estos tres se llevaron más de 42 millones de pesos), y la trasmisión de los Premios MTV Latinoamérica en 2008, en cuyo evento el ex mandatario se gastó la nada despreciable cantidad de 2 millones de dólares.
La sangría al erario público de parte de González Márquez fue abundante y pudo haber sido mayor, de no ser por aquel episodio en el que sumamente ebrio se le ocurrió obsequiar “un pinche papelito” con valor de 15 millones de pesos al Banco Diocesano de Alimentos.
Entre sus sueños guajiros se quedaron varios proyectos, entre ellos; la realización de un circuito de Fórmula 1 por las calles de Guadalajara teniendo como embajador de México al piloto tapatío Sergio Pérez (quizá por las condiciones del encarpetado asfáltico habría sido más conveniente una competencia de Munster Truck) y el más ambicioso de todos: el Santuario de los Mártires, cuyos promotores tuvieron que devolver a regañadientes el cheque por 100 millones de pesos que se les había otorgado.
Si Aristóteles Sandoval piensa que abriendo la billetera puede hacer de Jalisco -y más concretamente de la ciudad de Guadalajara- un polo de atracción, debería voltear al pasado y tomar como ejemplo a su antecesor.
Ninguno de los anteriores eventos convirtió a la capital en un referente para el turismo internacional, ni en el polo económico que tanto cacarea el sector empresarial. En todo caso, sirvieron para desahogar la vanidad de un sector pudiente de la población tapatía, y cubrir los gastos de una fracasada campaña que emprendió el ex gobernador para convertirse en el candidato único de su partido a la presidencia de la república. Jalisco es famoso, sí, pero no por su hospitalidad ni atractivos naturales, sino porque alberga al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuya organización criminal es considerada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos una de las más poderosas de México.
El gobernador debería saber que las ciudades más visitadas del mundo poseen los índices más bajos de delincuencia, protegen su patrimonio (no lo derriban), fomentan la participación ciudadana, y la calidad de vida de sus habitantes es por mucho, mejor que la nuestra. Si usted es uno de los interesados en asistir al Lollapalooza vaya ahorrando ya porque se estima que el costo de entrada rondará entre los 130 y 190 dólares, lo cual se dice, fue una de las razones por las que Colombia les canceló el proyecto.
Y ya que se habla de convertir a Guadalajara en el centro de atracción internacional a punta de billetes, este sábado se inauguró la trigésima edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. ¿También nos dirán que por ser anfitriones del evento literario más importante del mundo en habla hispana los tapatíos somos el mejor público lector de México?.