Alfaro, los antimotines y el gasolinazo

Por: Karla Jiménez (@KaJiux)

6 de enero de 2017.- "Desde aquí le digo al gobernador Aristóteles Sandoval que NO es correcto usar a los policías antimotines para reprimir a los ciudadanos. El gobernador debe entender que la gente está encabronada con justa razón". Así decidió el presidente municipal de Guadalajara Enrique Alfaro Ramírez reprochar (a través de sus redes sociales como es costumbre) la intervención que elementos de la Fiscalía General del Estado realizaron en una de las manifestaciones ciudadanas contra el alza al costo de la gasolina.

La marcha del 2 de enero que comenzó de manera pasiva, terminó con el bloqueo por casi 3 horas, de los cruces de Avenida Juárez y la Calzada Independencia, situación que afectó a los automovilistas y usuarios del servicio del Macrobús que estuvo suspendido por el mismo periodo.

Durante el operativo que encabezó el comisionado de Seguridad Pública del Estado, Raúl Alejandro Velázquez Ruíz, los uniformados usaron gas lacrimógeno para disipar a los asistentes; todo termino con 5 personas detenidas, 3 de ellos menores de edad y 2 adultos más. En esta ocasión no se reportó herido alguno.

El Fiscal General, Eduardo Almaguer, defendió la actuación de los elementos, al argumentar que ya se había agotado el dialogo con los manifestantes para que permitieran el libre tránsito, y que incluso, otros de los presentes habían solicitado la participación de los uniformados al ser testigos de actos de provocación.

El presidente municipal de Guadalajara, Enrique Alfaro. Foto: Especial

En respuesta, el alcalde de Movimiento Ciudadano le solicitó al fiscal, "que haga lo que tenga que hacer, pero que no golpee a la gente, que no use gases lacrimógenos, que no use garrotes para contener el enojo social. Eso es la muestra de su incapacidad, de su intolerancia, de su ceguera, eso lo que está haciendo es generar más rabia".

Una crítica y consejo muy atinado ¿verdad?. Es el enojo ‘legítimo’ de los ciudadanos que temen ver afectado su bolsillo al disminuir su capacidad adquisitiva es preocupante y les permite manifestarse en contra de esto sin ser reprimidos.

Enrique Alfaro no habla al tanteo, si alguien sabe de manifestaciones y cómo actuar ante estas, es él mismo.

A poco más de un mes de tomar protesta como nuevo alcalde de Guadalajara implementó un programa para regular el comercio ambulante en el primer cuadro de la ciudad. En respuesta, los comerciantes se manifestaron múltiples ocasiones, la mayoría de ellas de manera pasiva.

Pero más de una vez la protesta se salió de control, por lo menos 3, de las que tengo memoria. En la primera, la numerosa manifestación cerró el paso vehicular en las (todavía transitables) Avenida Alcalde y Avenida Hidalgo. Agotado el diálogo y ante la negativa de los comerciantes de reabrir las calles, la policía de Guadalajara montó un operativo que incluía elementos con escudo, cascos y gritos para intentar recuperar el orden en las calles.

Formados en fila, los policías comenzaron a corretear a los comerciantes, mientras golpeaban sus escudos con las macanas. Los otros respondieron aventando botellas y corriendo para no ser detenidos. Ahí no hubo heridos, pero sí algunos detenidos.

Desalojo de comerciantes ambulantes de la zona de Obregón al inicio de la administración de Enrique Alfaro.

La segunda manifestación de los vendedores, que para entonces ya tenían casi un mes sin trabajar y por lo tanto sin percibir dinero del comercio, se dio luego de un conato de pelea entre estos y los policías a una cuadra de Palacio Municipal.

Los elementos, en su mayoría mujeres, corrieron a las puertas del recinto municipal seguidos por los comerciantes molestos que corrieron también para intentar ganarles el paso y entrar al edificio sin ser detenidos.

Pero ahí no quedó todo, ya calientes los ánimos, los comerciantes intercambiaron empujones con las mujeres policías que resguardaban las puertas cerradas del Ayuntamiento tapatío; lanzaron botellas y cuanto artículo tenían a la mano en contra de los elementos.

En la revancha, los elementos corretearon a los manifestantes para lograr su detención, con un saldo de 5 detenidos, varios inspectores y policías lesionados (de los que por cierto nunca mostraron comprobante médico de lesiones), así como 6 manifestantes heridos.

La justificación del entonces encargado de la policía tapatía, Camilo González, (Salvador Caro estaba guardado por eso de los exámenes de control y confianza), fue que todo había sido con el debido respeto de los derechos de los manifestantes que permanecieron custodiados en el estacionamiento del Ayuntamiento por varios minutos.

Camilo González negó que la policía hubiera hecho uso de gas pimienta o petardos, pese a vídeos y fotografías que lo comprobaban.

Por su parte, el alcalde de Guadalajara, con la “sencillez” y “apertura” que lo caracteriza, defendió la actuación de sus elementos, secundado por todos los regidores de su partido, a pesar de que algunos estuvieron presentes durante la detención de los manifestantes y fueron testigos de los golpes y sangrados que presentaban. No intervinieron.

Así transcurrieron casi todos los días, entre manifestaciones y pláticas, algunas subidas de tono y otras más tranquilas.

La tercera y última manifestación (al menos donde se registró un enfrentamiento), fue curiosamente el mismo punto donde termino la del gasolinazo… en la Calzada Independencia.

La historia es similar, los comerciantes molestos cerraron los carriles de la Calzada Independencia y Avenida Juárez por más de dos horas, tuvieron tiempo de jugar una cascarita en la calle cerrada y se negaron a retirarse sin acuerdos.

El director de inspección y Vigilancia, Oscar Villalobos les solicitaba formar un grupo de representantes que fueran a Palacio Municipal a dialogar con el Alcalde. Agotado el diálogo, intervino el entonces comisionado de seguridad Alejandro Solorio para pedirles, una vez más a los manifestantes, que reabrieran las calles.

Después de varios intentos fallidos, personal de la Fiscalía realizó sus acostumbradas formaciones y lanzaron gas lacrimógeno para abrirse paso, logrando recuperar el control de las vialidades y disipar a los manifestantes.

Desalojo de comerciantes ambulantes de la zona de Obregón al inicio de la administración de Enrique Alfaro.

En esa ocasión, el alcalde Enrique Alfaro no criticó la actuación de los elementos de la Fiscalía, no lo calificó como un acto represivo, ni dio consejo de cómo intervenir ante las manifestaciones.

Alfaro se limitó a callar y seguir con su estrategia de regulación del comercio.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre las actuaciones que califica de represión entre los elementos de la Fiscalía y las que tuvieron sus elementos?.

¿No son ambas manifestaciones motivadas por intereses legítimos?.