Por: Julio Ríos*
Como consecuencia de las condiciones de exclusión e injusticia social que prevalecen en el país, el fenómeno del trabajo infantil va a la alza. Y en el caso de Jalisco, la tasa de incidencia está incluso por encima de la media nacional, y se detecta un preocupante incremento en el caso de las niñas.
Esto lo explicaron los investigadores Ricardo Fletes Corona, jefe del Departamento de Desarrollo Social y María Rita Chávez Gutiérrez, profesora investigadora del mismo departamento, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), en el Día Mundial de la Erradicación del Trabajo Infantil, que se celebró ayer.
Señalaron que las cifras oficiales varían y no siempre coinciden, y que existe un subregistro del fenómeno. Sin embargo, los indicadores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), sí reflejan focos rojos que se deben atender.
“En Jalisco, según el INEGI, tenemos la tasa más alta (10.3) con relación a la media nacional, que es de 8.10. Sin embargo, la Secretaría del Trabajo dice que en 2015 había 200 mil niños, y el mismo año, la Unicef habla de 137 mil 646 niños trabajando aquí, de los cuales, 3 mil trabajan en la calle, según el DIF, y 51 por ciento están en la Zona Metropolitana de Guadalajara”, afirmó Chávez Gutiérrez.
En cuanto a niños jornaleros agrícolas, el INEGI reporta 4 mil 500 niños en el campo jalisciense. No obstante, la doctora Chávez Gutiérrez puso en duda esa cifra, pues en sus investigaciones, tan sólo en el Valle de Sayula, llegó a contabilizar 3 mil 500 trabajadores infantiles.
“En 2008, la Zona Metropolitana reportaba 3 mil 674 niños trabajando. De éstos, el 30.64 por ciento fueron niñas. Esto contrasta con las cifras que había en los años 80 cuando empecé a trabajar estos temas para el DIF. En esos tiempos la proporción de niñas difícilmente llegaba al 5 por ciento. Sólo en Guadalajara subió a 32 por ciento. Quiere decir que inexorablemente el trabajo infantil femenino ha venido aumentando. Eso implica mayor riesgo, una niña en calle la hace vulnerable a explotaciones y vejaciones”, apuntó Fletes Corona.
Los programas sociales que trabajan con esta población, dijo, son insuficientes. Y agregó: “Estoy convencido de que el número de niñas y niños que trabaja en la calle ha venido aumentando, aunque se ha venido pulverizando en la zona urbana. Hay cruceros muy disputados, en Federalismo o Hidalgo y Javier Mina. Y ante la saturación del mercado se han ido a otros cruceros”, detalló.
La doctora Chávez Gutiérrez añadió que las peores formas de trabajo detectadas en la Zona Metropolitana, en sus investigaciones, son la explotación sexual en todas sus vertientes, la mendicidad forzada, la utilización de niños para distribución de enervantes, y en jornadas extenuantes de hasta 35 horas a la semana, lo cual, consideró, es demasiado para un infante.
El trabajo infantil, además, interfiere en su escolarización, afecta en su sano desarrollo, es peligroso y perjudicial para su bienestar físico y mental.
Fletes Corona y Chávez Gutiérrez coincidieron en que este fenómeno es consecuencia de un modelo económico desigual y las ineficaces políticas públicas en la materia, pero también de la irresponsabilidad social de los adultos que les endilgan a las niñas y niños una obligación que no les corresponde.