Del ‘scrolleo’ al ‘brain rot’: cómo las redes sociales afectan tu mente

Por: Michelle Raible Quiñones / Entre Saberes - ITESO

Despertamos y, antes de siquiera hacer pis o lavarnos los dientes, nuestra mano ya está buscando el celular. Desbloqueamos la pantalla y, sin pensarlo, abrimos Instagram, TikTok o Facebook, deslizándonos entre videos y publicaciones sin haber salido aún de la cama.

Lo mismo ocurre en la calle: en lugar de levantar la mirada y decir «buenos días», la mayoría camina absorta en su pantalla, atrapada en el flujo infinito de contenido digital.

En 2024, este término fue elegido la palabra del año por la Universidad de Oxford, y no es para menos: el exceso de redes sociales y contenido rápido nos está pasando factura.

Desde el scrolling syndrome hasta la sobrecarga de información, nuestras mentes están atrapadas en un círculo vicioso de dopamina que afecta nuestra concentración, memoria y hasta la forma en la que nos relacionamos.

El origen del fenómeno

El término brain rot ha sido ampliamente utilizado en la cultura digital para describir la sensación de embotamiento mental causada por el consumo excesivo de contenido rápido y superficial en plataformas como las redes sociales.

Este fenómeno está relacionado con la sobrecarga cognitiva, un concepto desarrollado en 1988 por el psicólogo australiano John Sweller. Esto ocurre cuando el cerebro se ve abrumado por una cantidad excesiva de información, reduciendo su capacidad para procesar datos de manera efectiva.

Además, el brain rot se relaciona con el exceso de dopamina (conocida como la hormona de la felicidad), generado por el uso de redes sociales, lo que condiciona al cerebro a buscar gratificación instantánea. De acuerdo con la psiquiatra e investigadora Nora Volkow, cuyos estudios se han centrado en el cerebro de personas con adicción a las drogas, la estimulación constante puede hacer que las tareas más lentas y demandantes resulten menos atractivas, afectando el pensamiento crítico y la memoria.

Adolescentes entre los 12 y 15 años pasan de tres a cinco horas diarias en redes sociales. Foto: Canva. 

En México y Latinoamérica, el tiempo de exposición a pantallas ha aumentado significativamente. Datos recientes de un estudio de 2024 muestran que, el 85% de los adolescentes entre los 12 y 15 años pasan más de tres horas diarias en redes sociales, y la mitad de ellos excede las cinco horas. Las plataformas más frecuentadas incluyen Instagram, TikTok y WhatsApp.

El impacto en la salud mental

En un mundo donde la tecnología se ha convertido en una extensión de nuestra vida diaria, el uso excesivo de las plataformas digitales ha generado nuevas preocupaciones en torno a la salud mental y el rendimiento cognitivo.

La psicóloga y profesora del ITESO, Alicia Reynoso Peña, comparte para Entre Saberes su perspectiva sobre estos fenómenos y sus implicaciones. Desde un enfoque psicológico, el zombie scrolling syndrome se puede traducir al español como «síndrome de desplazamiento zombi» o «síndrome de navegación zombi». Ambos hacen referencia al hábito de deslizar y consumir contenido digital de manera automática y sin conciencia, como si estuviéramos en «piloto automático». De acuerdo con la profesora, este comportamiento ha sido descrito como adictivo debido a su impacto en el tiempo y las actividades cotidianas de las personas.

Por otro lado, el brain rot tiene un impacto más profundo en las capacidades cognitivas e intelectuales. «Si traducimos el término, hace referencia a la idea de que ciertos mecanismos cognitivos se ven afectados, como si el cerebro se estuviera ‘pudriendo’», explica Reynoso. Sin embargo, destaca la importancia de analizar estos problemas no solo desde una perspectiva individual, sino también desde una mirada psicosocial que considere el contexto cultural y tecnológico en el que se desarrollan.

Las redes y su diseño adictivo

¿Cuántas horas pasas al día en tu celular? Foto: Canva.

Uno de los factores clave que contribuyen al scrolling syndrome es el diseño de las plataformas digitales. «Las redes sociales no son gratuitas: las pagamos con nuestros datos», explica Reynoso. Los algoritmos perfilan a los usuarios y los mantienen dentro de burbujas de contenido, promoviendo hábitos de consumo repetitivos.

Aunque en ocasiones esto puede ser útil (como cuando nos interesa un tema específico), también puede reforzar dinámicas nocivas, como la exposición constante a discursos de odio y la normalización de la inmediatez.

Efectos en la salud mental

Uno de los principales efectos del uso excesivo de estas plataformas es el deterioro de la atención y la concentración.

«Docentes y especialistas hemos notado que a los estudiantes les cuesta cada vez más sostener su atención en el aula», señala Reynoso, profesora de la asignatura Psicología, Tecnologías y Sociedad.

Esto no solo se debe a la cantidad de información disponible, sino también a la forma en la que los contenidos digitales están diseñados: rápidos, inmediatos y en constante cambio.

Cada vez nos cuesta más pasar tiempo sin nuestros celulares. Foto: Envato.

Además, la constante exposición a redes sociales ha generado un aumento en los niveles de ansiedad, especialmente en generaciones más jóvenes que han crecido con una realidad mediada por la cultura digital. «Estamos en un momento histórico en el que el uso de estas plataformas no es una opción, sino una demanda social. Si no estás ahí, sientes que te pierdes de todo, pero si pasas demasiado tiempo también genera ansiedad», señala la psicóloga.

El impacto en las dinámicas sociales y laborales

El uso desmedido de las redes no solo afecta la vida académica, sino también la social y laboral. «Nos cuesta cada vez más pasar tiempo sin nuestros celulares, incluso en situaciones que antes fomentaban la interacción social», menciona Reynoso. Antes, era común iniciar conversaciones con desconocidos mientras se esperaba en bancos, consultorios o paradas de camión.

Ahora, la mayoría revisa su teléfono y evita el contacto con otras personas, Esta tendencia afecta la capacidad de construir diálogos y reflexiones colectivas, ya que el aislamiento digital dificulta la comunicación real y la colaboración.

¿Hay luz al final del túnel?

El brain rot y el scrolling syndrome no son el fin del mundo, pero sí una señal de alerta: nuestro tiempo y atención valen más de lo que los algoritmos nos hacen creer. No se trata de borrar TikTok o huir de Instagram, sino de aprender a usarlos sin que nos usen a nosotros.

Si sientes que tu mente está atrapada en un loop de contenido sin fin, prueba pequeños cambios: ponle un límite a tu tiempo en pantalla, dale un respiro a tu cerebro con actividades fuera del mundo digital y recuerda que lo más valioso no está en la pantalla, sino en el mundo real.

Al final, la tecnología debería servirnos a nosotros, no al revés. ¿Te atreves a recuperar el control?

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