Día Mundial de la Bici: relatos de mariposas y rinocerontes

Hace poco vi un reportaje
de un grupo de niñas y niños de la Franja de Gaza
jugando con sus patines y patinetas
tenían tres días sin comer y a pesar de todo,
jugaban, en medio de su mundo vuelto odio,
escombros y violencia,
no vi ninguna bicicleta
sentí deseo de que tuvieran muchas.
A ellas y ellos dedico este texto.

21 de junio de 2025
Por: Mario Edgar López Ramírez

El pasado 3 de junio fue día mundial de la bicicleta y desde que leí el libro de Óscar Patsí, estoy completamente convencido de que las bicicletas son mariposas y los automóviles rinocerontes. Y es que se nos ha vuelto urgente recordar la delicadeza, la fragilidad, la dignidad, la belleza de un cuerpo humano, expuesto sin armaduras, cuando se encuentra suspendido, pedaleando una bicicleta en las calles de la ciudad.

Los ciclistas vuelan para recordarnos que la hechura humana es el más alto valor ético y estético que tenemos para respetar, para admirar, para cuidar.

Una gran parte de nosotros hemos aprendido a menospreciar a los ciclistas, a verlos como un obstáculo, como un estorbo que interrumpe el ritmo de la estampida motorizada; pero no cabe duda, este menosprecio es, en realidad, un menosprecio a la vida humana misma el cual refleja la ecuación desintegradora de nuestra época: esa que dice que el débil no merece vivir ante el fuerte. En este caso el débil pesa entre 50 y 120 kilos, el fuerte, carrocería y automovilista incluidos, alcanza y rebasa la tonelada.

Por eso las figuras que utiliza Patsí en su libro La revolución de las mariposas, son adecuadas para comenzar a resignificar la esperanza para la vida que contiene el uso de la bicicleta: la más eficiente y sustentable herramienta para el movimiento humano (que incluye salud, equilibrio, concentración, esparcimiento, solidaridad).

Para Patsí, las bicicletas son mariposas. Y de ahí se libera la imaginación, se abren los ojos a lo fundamental y se transforman los símbolos: como las mariposas en los ecosistemas, los ciclistas en las calles no son un estorbo, sino un indicador de un medio ambiente sano.

Si hay mariposas, hay flores, aves, árboles. Hay agua. Mientras más ciclistas veamos en la ciudad, más señales de sanidad hay, más esperanza. ¿Por qué? Porque su presencia implica la posibilidad de convivencia y respeto por el Otro, así con mayúscula.

Pero la bici también significa la creación de ritmos del tiempo de escala más humana. Mientras que el automóvil endiosa la velocidad, la posibilidad de los 120 kilómetros por hora y su idolatría siempre enferma de stress (ya que el congestionamiento constante, la contaminación, las horas pico, vuelven absurda tal potencia); la bicicleta, en cambio, revela la verdad: que se puede llegar más rápido a cualquier lugar, con un ritmo más lento, más disfrutable, pero más constante.

Los rinocerontes (los autos, pues, en la visión de Patsí); han mantenido la vocación de devastar a las mariposas. La figura del rinoceronte ante la mariposa es clave para entender la relación de poder entre ambas formas de movilidad, lo desigual de la lucha, lo desequilibrado del conflicto, lo disímil de los privilegios por el uso del espacio público.

Ante la manada de rinocerontes, una mariposa es nada, es algo menospreciable, en medio del rejuego de polvo, prisa y enajenación. “Tu tiempo es como una mariposa, navecita blanca, delgada, nerviosa” como Silvio canta.

De lo poco que los rinocerontes conceden a las mariposas es verlas como un juguete de verano o de domingo recreactivo, pero la verdadera revolución consistiría en entender y favorecer a la bicicleta como medio de transporte a cualquier parte de la ciudad, sin la constricción de unas cuantas ciclovías que siempre suponen que la única posibilidad de la bicicletas es hacer una ruta recta, rectilínea, por Periférico o por Federalismo. ¿Acaso no existen unas 44 mil hectáreas, cuadriculadas, redondas, concéntricas, perpendiculares, en la Zona Metropolitana de Guadalajara que podrían recorrerse sobre mariposas?

Imagen tomada de Mibici Guadalajara

Para aprender a amar a las mariposas hay que desnudar la esencia de los rinocerontes. Los rinocerontes se fascinan ante la fuerza, ante la potencia, ante la anulación en éxtasis, ante la desaparición del Otro.

Así describe Óscar Patsí a los rinocerontes: “la característica principal del rinoceronte es que, desde el primer momento de su vida, hereda el problema digestivo de su raza. La mala absorción de los tóxicos le produce diarreas intermitentes que acaban siendo crónicas. El rinoceronte convive durante toda su existencia con una gastroenteritis aguda, muchas veces agravada por un compromiso hepático.

Esta situación le dota de constante incontinencia fecal. Curiosamente estos cagones, disponen de gigantescas infraestructuras y de la mayoría de las ciudades para llenarlo todo de mierda. Las heces están formadas de monóxido de carbono, hidrocarburos y partículas minerales. Este envenenamiento del aire genera cinco veces más muertos que los accidentes que provoca, huelga decir que los mayores y los niños se llevan la peor parte, estos últimos están justo a la altura de los tubos de escape…”

Imagen de Com. Soc. de la UdeG

Por su parte las mariposas viven y mueren de mejores suspiros, planeando sobre la brisa que los mueve, pero también con muchas heridas que sanar, a veces por el extenuante acoso de los rinocerontes, como lo dice Patsí en su anécdota:

“Desde los tres a los seis años viví encima de un triciclo y debajo de un sombrero de cowboy de plástico; al año siguiente logré que la familia se uniese una bicicleta; era de uso común como el pan y como el baño. Frente al espejo ovalado de mi abuela, prometí encabezar una revolución, encorsetarme fuerte, pasar del escudo y desenfundar directamente la espada. Soñaba con doce fantásticos, doce mariposas sin piedad, los doce apóstoles, pero sólo tenía un lapicero y un caza-mariposas, más o menos lo que ahora, ha pasado mucho tiempo pero sigo polinizando como aquella primera vez. No estaba previsto, pero la revolución de las mariposas continuará sin mí, ha sido un placer contar con vuestra atención, ya he bici-predicado lo suficiente como para que los esclavos aprendan a moverse con libertad, pero son incapaces, es imposible, están tan enfermos que esta ingenua revolución no ha podido salvarlos, son terminales. Pedales y amor para todos, de corazón”.

Imagen de MiBici Guadalajara

No te desalientes Óscar, otros como Gabriel Zaid también nos han enseñado a leer en bicicleta. Hay esperanza. Yo por mi parte prometo que la próxima vez que monte un rinoceronte, será para recordar cuánto debo de amar y cuidar a las mariposas que vuelan por el Camellón Aurelio Ortega y se posan sobre las flores de Mariano Otero, hasta que poco a poco me transforme de crisálida a mariposa y cante con el cubano cantautor: “hay mariposa, tú eres el alma de los guerreros, que aman y cantan, y eres el nuevo ser que soma por mi garganta”.