Por: Agustín del Castillo (@agdelcastillo)*
No había tenido tiempo de escuchar detalladamente el mensaje que mi amiga Patricia Martínez, coordinadora general de Gestión Integral de Ciudad, hizo a propósito del debate que detonó mi publicación del pasado lunes 31 de julio, en Milenio Jalisco, sobre la venta de predios públicos en El Deán, para ser precisos, un fragmento de 81 mil m2 que colinda con el parque Liberación o El Deán donde el uso de suelo actual (vigente, no imaginario) es de "espacio verde" y de "equipamiento central".
Podría revirar esa predecible retórica 'bolivariana' (por decirle de algún modo) asumiéndome también como poseedor de la verdad y decir que el Ayuntamiento miente y desinforma al vendernos la trampa argumental de que el uso actual de "basurero" y de bodega de la concesionaria de basura que se le da a la mayor parte del terreno justifica la venta a la IP, como si el carácter de "espacio verde" y "equipamiento central" no significara nada en términos de obligaciones para la autoridad.
Claro, la idea de cambiarlo a "comercio y servicios" -un plan parcial que al no estar publicado no está en vigor- es para poder "legalizar" la enajenación a constructores, bajo la premisa de que abona a la redensificación, por su cercanía a uno de los corredores de transporte más importantes de la ciudad, el macrobús.
Pero abandonemos la histeria de creernos los redentores -en una democracia eso no existe- y planteemos las preguntas que en ese mensaje no fueron contestadas: ¿Por qué deben ser terrenos municipales los que detonen la redensificación, habida cuenta de que el patrimonio público es tan escaso? ¿Por qué no mantener el carácter de "espacio verde" e integrar ese "basurero" para que el Parque Liberación sea de 32 o 34 hectáreas, y no de 26 ha, dada la crisis de áreas verdes que tiene la ciudad, y sobre todo, las zonas populares?
¿Por qué, si se dicen los salvadores de la ciudad y garantes del bien común, no incorporan ya herramientas fiscales para que los dueños de predios privados sean "incentivados" a sumar estos al desarrollo de la ciudad y su tendencia a especular les resulte más cara? ¿Por qué no usar la herramienta de la expropiación de espacios privados para el mismo "bien común" a que alude la coordinadora, e incluso para inducir proyectos de vivienda que no modifiquen la tenencia pública, incentiven el retorno de habitantes a precios accesibles de renta o cesión en comodato, y se refuerce el patrimonio de la ciudad?
En fin, ¿por qué deben ser con bienes públicos los negocios privados? (¿o serán damas de la caridad los que desarrollarán esas viviendas?, pensando bien, aspiran al menos a su legítima ganancia).
POSDATA inevitable: ¿no se cansan de culpar a los medios de información? El periodismo debe ser crítico, debe ser incómodo, y debe señalar los yerros, con todas las evidencias y verificaciones. Esa es nuestra chamba, no levantar loas por cada calle pavimentada.
Merecemos ser señalados por errores de datos o enfoque que cometamos en el proceso (Errare humanum est), pero este no es el caso. En la ciudad hay un proceso de redensificación que merece más amplias explicaciones y cuentas más puntuales justo porque la ciudad es de todos. Y los periodistas debemos documentar ese proceso, privilegiando el acceso al debate de los disidentes, que al no ser un grupo político orgánico o fáctico de alto relieve como partidos, iglesias o empresarios, no poseen el lobby para influir en la toma de decisiones a la que tienen derecho como especialistas, pero sobre todo, como vecinos y ciudadanos. Guste o no.
PD 2. ¿A poco como oposición no aprovecharon los yerros del partido en el poder para sacar raja política? Más allá de la respuesta, la información debe ser pública, los periodistas estamos obligados a honrar esa premisa. Al margen de lo que los actores decidan hacer con esa información.