Por: Julián Atilano (@JulianAtilano)
El domingo pasado, en la Plaza de las Tres Culturas, se presentó la propuesta política Ahora. En ésta convergen ciudadanas y ciudadanos que proponen la candidatura de Emilio Álvarez Icaza para la Presidencia de la República, y candidaturas independientes en todo el país para el proceso electoral de 2018.
En una parte del planteamiento político de Ahora, mencionan que ésta es “una iniciativa de personas comunes que queremos cambiar las condiciones de impunidad y corrupción, desigualdad, pobreza y exclusión, de inseguridad y violencia, para recuperar el proceso del cambio democrático en México”.
Frente al contexto actual que impulsa la existencia de Ahora, su participación es de gran relevancia para la democracia mexicana; la pluralidad en la oferta electoral nunca será un retroceso. En ese sentido, en el marco de un aura democrática y desde una postura crítica quisiera reflexionar acerca de Ahora.
Hay una idea general que sostiene que los partidos políticos no representan a la mayor parte de la población, lo cual se puede observar en el alto porcentaje de personas que no saben por quién votar. Con ese argumento Denise Dresser, una de las voces que integran Ahora, menciona que “de lo que se trata es de incluir y tender manos y darle representación a quienes hoy no se sienten representados; dos terceras partes del electorado”.
Aunque se aplaude la intención de la anterior reflexión es muy débil analíticamente, ya que supone que todas las personas que no saben –ni dicen– por quién votar es porque no se sienten representadas. Es más, ni siquiera el abstencionismo se explica por una sola variable. Es decir, aunque es importante la identificación con algún partido para entender las preferencias electorales, la desafección política –sin importar cuál sea la propuesta– tiene un peso importante en el análisis.
Es pretencioso pensar que una propuesta política conformada por un perfil muy homogéneo de ciudadanos puede representar a dos terceras partes del electorado. Más allá del diagnóstico sobre el contexto social que presenta Ahora y de la reconocida reputación de sus integrantes, poco o nada les dirán a las personas que desafortunadamente no cuentan con los privilegios para hacerse escuchar o que muy probablemente no saben que existe dicha propuesta. Espero equivocarme pero tal vez lo anterior sea una pista para entender porque fue tan baja la participación que tuvieron en un lugar tan simbólico como es la Plaza de las Tres Culturas.
No obstante, existe un tipo de elector que sí podría identificarse con Ahora. Éste tiene interés por la política, es apartidista y tiene escolaridad alta –pensemos en personas con estudios universitarios–. Además, es el tipo de elector que en los últimos años ha crecido más y aunque parezca no es homogéneo. Para ese electorado sofisticado Ahora podría ser una opción, ya que se encuentran rasgos comunes. Sin embargo, dicho electorado no vota en bloque y habría que saber si al igual que Ahora, consideran que todos los partidos son iguales.
Continuando con los matices, valdría la pena salir del centralismo y reflexionar brevemente sobre la participación, la geografía electoral y las dinámicas propias de cada entidad. Aunque sea contraintuitivo, desde 2003 la participación electoral ha incrementado en elecciones intermedias y concurrentes.
Además, no son pocas las entidades que han obtenido participaciones por arriba de 60 %. Esto no quiere decir que la democracia procedimental esté en su mejor momento, quiere decir que la participación en cada entidad responde a dinámicas particulares que no se reducen al desprestigio hacia el sistema de partidos. Por ejemplo, un partido tan pequeño a nivel nacional, como es Movimiento Ciudadano, obtuvo en 2015 la mayoría en el Congreso de Jalisco.
Por otra parte, Ahora sostiene que no sólo la candidatura independiente es una alternativa para llegar a las boletas electorales en 2018, otras alternativas son la creación de un partido político o la coalición de partidos. En ese sentido mencionan que “tales alternativas son para nosotros un medio y no un fin en sí mismo. El descredito de los partidos es el de su clase dirigente, los partidos no son empresas privadas sino entidades de interés público financiadas por el pueblo de México”.
Este punto es interesante ya que sitúan a la dirigencia de los partidos por un lado y por otro a sus aparatos burocráticos y a sus bases. Difícilmente las triquiñuelas de los partidos funcionarían sin la articulación de grandes estructuras al interior. Además, en la mayoría de los casos, el simbolismo que puede representar en sí mismo un partido va más allá de la dirigencia. Los partidos tienen principios estatutarios que significan más que un medio. –Erradiquemos de la política nacional el haiga sido como haiga sido–.
Respecto a las viejas formas de hacer política, y aunque dicen que lo pondrán a consideración, llama la atención que antes de conformar una amplia estructura Ahora ya tiene candidato. ¿Sin conocer a las personas que se sumarán a la organización una minoría ya encontró al mejor perfil?
En fin, el sexenio de Enrique Peña Nieto ha concluido o dicho de otra forma, el proceso electoral de 2018 ha comenzado. Por mi parte le daré mi firma a Ahora y a cualquier expresión que la necesite para participar en la contienda electoral. No es posible que existan barreras de entrada tan robustas para participar de forma independiente en la política. Por eso ese tipo de propuestas son fundamentales en la vida democrática, sin embargo otorgar cheques en blanco a nadie beneficia.
La democracia es un espiral que hay que girar, ojalá todas las expresiones que pretendan gobernar hagan un ejercicio de autocrítica, ya que los purismos y esencialismos sólo sirven para adornar la fachada.