Aunque nació en Mazatlán, Yolanda Zamora se considera a sí misma una hija de Guadalajara. Hacia 1975 inició el primer noticiero cultural de la radio en la ciudad cuando hacía su servicio social en XEJB. Formó luego parte del grupo fundador de Notisistema.
Pocos años después, la misma XEJB le propondría realizar un programa radiofónico con libertad a su propia creatividad y criterio. Ahí nacería A las 9 con usted, que en enero próximo cumplirá treinta y cinco años de estar al aire.
Ha sido articulista en periódicos y revistas, productora y conductora en radio y televisión, conferencista, además de autora de libros de poesía, cuento, ensayo y entrevista.
Es ella quien este año recibe el reconocimiento a la Trayectoria Periodística “El Despertador Americano”, como parte del Premio Jalisco de Periodismo.
En entrevista para Reverso, Yolanda Zamora habla de cómo su amor por el arte y la palabra han sido su motor para un periodismo cultural comprometido con la sociedad.
No es fácil que reconozcan al periodismo cultural, se le considera un tanto rosa y light, y en el mismo Premio Jalisco no ha habido mucho interés en ello.
Es verdad. Algo que debemos subrayar es que se haya elegido la especialidad del periodismo cultural para ser premiado. Generalmente el premio tiene que ver mucho con el periodismo político, combativo, de investigación, pero aquí el periodismo cultural suele encomendarse a chavos que acaban de egresar, cuando que exige y requiere un profundo conocimiento y preparación, y una cultura general básica y también especializada en tu país y en sus artistas. Entonces con esa pasión como periodista cultural, debes orgullosamente compartirlo.
Yo sostengo que un periodista cultural casi siempre suele practicar alguna actividad artística. ¿Por qué son buenos los periodistas de deportes? Porque le han pegado al balón y lo han vivido. El periodismo cultural exige tu propia pasión. No digo que todos deben ser artistas, pero sí tener el disfrute que te significa por ejemplo leer un libro. Si lo vives lo puedes compartir. Por eso en esta ocasión el periodismo cultural sale ganando porque se reconoce en este premio.
Los dueños de los medios suelen relegar el periodismo cultural a las últimas páginas o los pequeños espacios.
Los grandes empresarios deben apostar por el periodismo cultural y comprometerse. Los medios de comunicación debemos de hacer una especie de cruzada a favor de la educación y la cultura en México. La única forma de lograr un verdadero cambio en nuestro país, nunca como en este momento, requiere del arte y la cultura.
También hay confusión entre lo que es una sección de periodismo cultural y una de espectáculos. El sentido de esto último es vender, hacer más divertida la vida. El periodismo cultural no tiene por qué ser serio, solemne o árido, pero sí persigue otros fines. Entonces los libros, el arte, las universidades deben estar al alcance de cualquiera. No todo es inglés y computación. Hay que recuperar la sensibilidad, el campo axiológico que te da el arte.
¿En qué momento se dio el quiebre en tu vida para inclinarte por el periodismo cultural?
Nunca hubo un quiebre como tal, porque desde que era pequeña aprendí ballet, mi padre tocaba el piano, mi madre escribía. Cuando yo tenía cinco años mi padre llevó a casa El tesoro de la juventud, que era una colección de libros, y al hojearlo dije “qué maravilla tengo que aprender a leer”, y antes de entrar a la escuela ya estaba leyendo. Con “mi domingo” yo corría a comprar un cuento. Aprendí a tocar guitarra, mi padre me enseñó a jugar ajedrez cuando tenía siete años. Seguí estudiando, entré a danza, a ballet, al ballet folclórico después. Entonces, lo que quiero decir, es que siempre viví en carne propia la pasión por las artes.
Yo entré a Notisistema y cubrí de todo, como aprendizaje, pero cuando me invitan a regresar a la radio con un programa cultural que yo podía diseñar, hizo que se abriera para mí el horizonte y ahí cree A las 9 con usted. Recuerdo que Juan José Arreola me dijo, “Yolanda, no hay cultura que resista una hora diaria”. A partir ahí comencé a invitar a un grupo de colaboradores, el mismo Arreola entre ellos, y muchos otros, como Guillermo del Toro. Ésa ha sido siempre la característica. Así que detrás del premio que se me entrega ha habido un grupo valiosísimo de compañeros que pusieron su trabajo en aras de un proyecto que se convirtió en un foro especializado en periodismo cultural, y que ha abierto otros caminos.
Tuviste oportunidad de trabajar en otros países, ¿por qué elegiste quedarte en México?
Yo tengo la certeza de que los seres humanos somos un poco como las plantas: das fruto en la tierra a la que perteneces. Si las trasplantas o la llevas a otro lado, difícilmente podrá dar sus frutos llenos de color y pasión. Sí tuve el privilegio de ser invitada a Alemania, becada, para aprender alemán y arte allá, y a la Deutsche Welle para conocer. Me encantó, pero como el mar, regresas a tu tierra. También fui invitada a Radio Francia Internacional, en la sección latinoamericana, en París en 1999. Fui enviada en representación del Sistema Jalisciense de Radio y Televisión (SJRTV) a San José, Costa Rica.
Podía haberme quedado en esos lugares pero regresé a mi ciudad, a mi gente, en donde yo estoy convencida que mi trabajo tiene un sentido. Porque una vocación encuentra un porqué en la medida en que la entregas a los demás. Cuando uno es muy joven dice “quiero realizarme”, pero eso se deja pronto y viene el “quiero abrir oportunidades para los demás”.
Vuelvo a lo mismo, es Guadalajara mi ciudad, donde yo crecí, donde yo aprendí, donde hice mis raíces.
¿Tus colaboradores marcaron algo en tu trayectoria?
Para mí cada colaborador fue un maestro. Puedo tener una cultura general, pero pude hablar de ajedrez con Arreola; del bolero con Vicente Garrido; con Arnulfo Eduardo Velasco de la ópera; con Annemarie Meier de cine; con Jorge Manzano de filosofía, o con Pancho Madrigal sobre arte y tradición.
He tenido más de trescientos colaboradores. Esto para mí ha sido una universidad. De cada uno he aprendido y he encontrado una hermandad de objetivos finales. Entonces tuve dos caminos: rodearme de artistas e intelectuales y estudiar.
Al mirar lo andado ha valido la pena. Hemos tocado e inspirado el corazón de mucha gente.
¿Tu faceta de escritora ha cambiado la de periodista?
No hay una u otra. Mi pasión significa la palabra. La palabra en la radio, escrita, como maestra de grupo, como conferencista y en los libros. Todo es el mismo universo. Ahora mis libros me están requiriendo más. Tal vez sea el momento de administrar mejor el tiempo de la radio. Ahí está la estafeta. En varias ocasiones he intentado separarme, pero los colaboradores y el público no han querido. En este momento sí lo estoy ponderando, quisiera tomar un año sabático, dedicarlo a mis libros, a viajar, y recuperar posteriormente la radio. Quizá con un programa semanal que me dé más libertad. Porque es abrumadora la carga que hay detrás de la producción de un programa.
¿Dejarías el periodismo por la escritura?
No creo que se oponga. Del periodismo emergen varios de mis libros. Aunque en el terreno de la creación literaria desde que era niña hacía cuentos. Cuando decidí formalmente hacer mi primer libro, ya tenía el oficio y había estudiado Letras. Dividiría mi trabajo con literatura que tiene que ver con creación, y la que tiene que ver con periodismo y el ensayo académico.
Has insistido en la frase “el periodismo es el testigo insobornable de la historia”, ¿por qué?
Creo que la frase no es mía, pero en el periodismo cultural su materia prima es el arte, la cultura y la reflexión; el cuestionamiento sobre la realidad. La nota de otro tipo de periodismo caduca. El periodismo cultural trabaja con lo trascendente. Una obra de arte da cuenta de su momento histórico, pero lejos de caducar cada vez está más presente.
Entonces al periodista cultural le toca no solamente la actividad al día, sino que tiene toda la historia del arte para estarla actualizando y entregarla a las nuevas generaciones, con elementos que enriquezcan a quien lo lee o escucha.
El periodista cultural debe tener la cultura suficiente para ponerla en contexto y para vislumbrar posibilidades. Un periodista puede recibir un comunicado donde se diga que todo es maravilloso, pero si no indaga, no pone en cuestión ese texto, estará simplemente reproduciéndolo.
Tu periodismo ha sido a contracorriente.
Toda la vida. Algunos quisieran que uno se limitara a decir la información básica, pero eso no es el periodismo. Cada día es un reto. Por ejemplo aquí en el SJRTV. En cada cambio de sexenio a lo largo de tantos años, había que medirse. El nuevo director decía “yo aquí voy a mandar”. Ha habido la idea de que el SJRTV pertenece al gobierno en turno. Gravísimo error. Entonces desde el principio hubo enfrentamientos. La radio y la televisión estatal nos pertenecen a toda la ciudadanía. No se trata de hacer proselitismo a favor de ningún partido. Ésa es una fortuna, yo jamás lo he hecho para nadie. Estoy muy clara en mis ideas, pero estoy con el bien común como prioridad.
Eso les duele.
Ha habido de todo. Hubo algunos inteligentes que entraron en razón, y a la postre el programa ha permanecido. Ha habido cambios que hemos vivido como barquito en el mar. Decía mi padre que no se puede enfrentar una tormenta en el mar de lado, porque te voltea. Hay que ponerse de frente. Yo aprendí que a cada nuevo director yo debía hablar con él frontalmente, pero sin participar en grillas. Cuando encaras la vida así, se dan cuenta de que no te interesa un puesto mayor. Es sólo la satisfacción de tu trabajo. Pero sí que te permitan las facilidades de que siga adelante, aunque no siempre ha sido posible, pero no vale la pena detenerse en ello.
Fue difícil sí, y a contracorriente pero sin claudicar en el terreno de los valores. Me veo en el espejo y digo que “me llevo bien conmigo, no me he traicionado”. Lo más parecido a la felicidad en la vida es la plenitud, y ésta se logra con trabajo. Con decisiones y consecuencias. Cuando era jovencita y estudiaba ballet tenía mis sueños. Ahora son los mismos pero con menor ingenuidad, mayor madurez, claridad, serenidad, y elección de las batallas.