Por: Roberto Estrada (@robertoestrada0)
Hijo del escritor José Revueltas y sobrino del músico Silvestre Revueltas, el violinista, escritor, compositor y director de orquesta, Román Revueltas dirige este miércoles a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan (OSJZ) en el Centro Cultural Constitución a las 20:00 horas y mañana en el Conjunto de Artes Escénicas a las 20:30 horas.
Román, quien compartirá la batuta con el director titular de la OSJZ, Rodrigo Sierra Moncayo para presentar obras de Silvestre Revueltas y José Pablo Moncayo señala que el programa del concierto es “un viaje a un momento de nuestra historia en el que la mexicanidad necesitaba afirmarse, establecerse”.
En entrevista para Reverso, Román Revueltas habla de cómo sus intereses artísticos han estado ligados a sus preocupaciones políticas y sociales, y a su propia angustia ante el dolor y la injustica humana.
¿El ser un Revueltas lo determinó como artista?
Uno crece en un medio particular. En casa a mi padre le gustaba mucho la música, y sus evocaciones de la figura de Silvestre fueron muy importantes para él, porque le tenía una auténtica veneración fraternal, por ser su hermano mayor. A mí tal vez eso me hizo que quisiera ser violinista, en un primer momento. Pero también la música ha sido siempre una pasión mía, personal; una obsesión. Primero toqué el violín, ahora dirijo y me gusta mucho. Pero sí, es estar en un entorno particular donde el arte, la cultura, el pensamiento y las ideas son importantes.
Silvestre y José tenían mucha determinación para crear y expresar sus ideas artísticas pero también políticas. José fue denostado, encarcelado. ¿El arte tiene que ser así?
No necesariamente. Hay toda clase de artistas. Algunos son figuras contestarias, que cuestionan el sistema, que tienen un impulso para transformar la realidad, tienen una rebeldía natural. Hay otros que no. Pero eso no le quita nada a las manifestaciones artísticas de cada quien. Mi padre además de ser un escritor era un activista social, un revolucionario, un hombre de izquierdas. Cuando la izquierda significaba algo. Y cuando ser de izquierdas lo llevaba a uno a enfrentar al poder político. No es como ahora que la izquierda ocupa un lugar, y es una pseudoizquierda acomodaticia, y que además no se ha modernizado.
La aspiración que podemos nosotros tener hoy día, es que el Estado social sí debe existir. No todo es el mercado, ni todo es esa mano invisible que presuntamente distribuye la riqueza luego de haberla primeramente creado.
Es una combinación de mercado pero también de políticas sociales, y de tener una preocupación sobre lo que es el destino de las personas. Porque no puede uno ser indiferente al desamparo de tanta gente. Es una posición humana. Las políticas públicas no pueden ignorar el sufrimiento de las personas. Que millones de individuos vivan en la precariedad, en una permanente desesperanza.
Entonces, el Estado social es necesario, pero tampoco es una quimera confiscatoria. Hay equilibrios. Lo que tenemos que esperar de la izquierda contemporánea es que siga teniendo esa preocupación social, pero que también reconozca algunos mecanismos positivos del mercado. No se puede aplicar permanentemente políticas expropiatorias o estatizadoras. El discurso de la izquierda en México, además de ser hipócrita, es muy poco moderno.
¿Román Revueltas es un activista, un izquierdista?
Yo me considero esencialmente un liberal a ultranza. Propugno los valores de la sociedad abierta. La democracia representativa, el libre mercado. Pero también tengo una preocupación social. Pienso que el Estado no puede ser indiferente al sufrimiento de los individuos. Tiene que haber política pública, sanidad pública, educación pública, transporte público y no controlado por grupos privados. Estamos llenos de contradicciones en nuestra sociedad.
En lo personal soy un liberal en el sentido de que el valor que más me importa es la soberanía del individuo. Que el Estado no se inmiscuya en tu conciencia. Que te deje ser, que te deje expresarte, manifestarte. No hay cosa más aberrante que esos Estados dictatoriales donde la gente ya no se atreve a hablar, donde cualquiera te puede denunciar y pierdes lo poco que tienes gracias a ese régimen que reparte dádivas siempre y cuando le seas fiel. Eso contradice de raíz los valores del liberalismo. La mera enunciación de que la soberanía del individuo importa me parece algo deslumbrante.
Cuando en Francia se declaró “Libertad, igualdad, fraternidad”, el mundo comenzó a cambiar. Se volvió más humano. Se reconoció que la fraternidad que es el resultado del impulso de los hombres a ayudarnos mutuamente, a estar conscientes de lo que le ocurre al otro. A ser sensibles a su desgracia.
Usted es columnista, novelista, pero sobre todo músico. ¿Cómo se es liberal siendo artista, músico, cómo se transmite?
Es otra cosa. La música se rige por parámetros muy precisos, es una actividad estrictamente profesional en sus aspectos técnicos. Pero tiene que ver naturalmente con la sensibilidad. A Gustavo Dudamel se le reprochó mucho tiempo que no dijera nada sobre el régimen chavista, pero al final dijo algo. Entonces el artista también puede tener posturas. El famoso director ruso Valeri Guérguiev es amigo personal de Putin, que es un totalitarista.
En México hemos tenido lo que se llaman los intelectuales orgánicos que están en el polo opuesto de mi padre, que vivió toda la vida siendo pobre. Se puede ser muy buen novelista, y estar completamente con el sistema, y se puede ser un hombre atormentado como mi padre. Profundamente conmovido por las realidades de la existencia, y ser un opositor, un rebelde como era mi padre, y que su literatura resulte de esta visión del mundo, de la realidad.
¿Román Revueltas es un hombre atormentado?
Sí, pero no de tiempo completo. Tengo a veces mis angustias, desde luego. La perspectiva de la muerte me parece absolutamente espeluznante. Pero hay un consuelo con la muerte: cuando ya estás muerto no te das cuenta de los horrores y las atrocidades del mundo. Ante eso todo deja de tener sentido, y la dimensión del horror es absolutamente descomunal. La muerte es un descanso porque ya no te enteras. La presencia del mal tiene una dimensión abominable. Mi padre vivía muy atormentado por eso. Yo tengo momentos en que también me inquieta mucho. La presencia del mal en el mundo es incomprensible, pero es parte de la condición humana, en la que inexplicablemente los individuos se vuelven tremendamente crueles, sanguinarios, despiadados. La historia de la humanidad es una historia de guerra, de atrocidades, de masacres.
Pero el proceso civilizatorio nos está haciendo mejores. Según algunas estadísticas, hoy en día es la época de mayor paz en la historia de la humanidad. Tendríamos que promover esta visión de un mundo que ha mejorado a pesar de todos los pesares. En mis tiempos América Latina estaba llena de gorilas, así le decíamos a los dictadores. En México nada más había un solo partido, el PRI, todo era vertical, y como dijo Vargas Llosa, era la dictadura perfecta. Y ahora ya no son esos tiempos, y sin embargo la gente parece estar más enojada que nunca.
¿Usted ha querido cambiar con la música el horror que hay en el mundo?
No, pero en algunos momentos mi música refleja la desesperación. Es algo que me surge. Es como si escuchas algunos pasajes de la Sinfonía patética de Tchaikovsky que son absolutamente dramáticos, que son sobrecogedores. No es una misión la de él; un propósito, es una manera de decir las cosas. En Redes, hay un momento intenso con las trompetas, ¿de dónde proviene eso? De una condición que tiene el artista, en la cual puede ser particularmente sensible a los dolores de la existencia humana. A lo inexplicable del sufrimiento, de la injusticia. Todo eso a un artista le impregna el alma y lo expresa.
¿Cuál faceta ha sido mejor para usted, compositor, violinista, director?
Me gusta mucho dirigir y me divierte. Estás en tu pequeño mundo. La orquesta es un microcosmos, así que esa interacción y diálogo que tienes con ello te enriquece. Es toda una suerte de individualidades. Hay unos que son inocentes, otros que no. Unos rencorosos, otros pacíficos. Unos muy sensibles, unos que son más como yo, en mi faceta de consumidor de futbol los fines de semana. Porque yo soy totalmente futbolero. Soy seguidor del Real Madrid, y como vivo en Aguascalientes soy del Necaxa, y cuando estaba dirigiendo en Pachuca le iba al Pachuca.
Hay que tener también humor en la vida, y que brote de una manera espontánea, porque el humor nos salva. Vuelve la existencia más amable. Y no tiene que ser ofensivo, bueno a veces sí, con el poder. El humor tiene que burlarse del poder.